
Actualizado Miércoles, 23-09-09 a las 12:35
Quizá la Historia política y económica se haya olvidado a través de las centurias de Salamanca. Pero lo cierto es que el siglo de la cultura, enmarcado irónicamente en el mismo periodo que el de la barbarie, no podía dejar de lado, aunque fuese en su atardecer, su reconocimiento a la ciudad castellana. Así, en 1988, la capital charra se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y catorce años después, recibió la denominación de Capital de la Cultura.
Enmarcada en el suroeste de la meseta castellanoleonesa, Salamanca cuenta con 150.000 habitantes, a los que se unen cada año unos 30.000 estudiantes procedentes de todos los rincones del planeta para disfrutar con las clases que se imparten en la Universidad de Salamanca, segunda institución educacional más antigua de España. Sus casi ocho siglos de historia han contemplado a los estudiosos y académicos más granados de la cultura nacional y en sus aulas aún se respiran las lecciones de Don Miguel de Unamuno, ilustre rector durante los años previos a la Guerra Civil.
Roma «la chica»Por si el saber contenido en la Universidad no fuese suficiente, las calles de Salamanca están repletas de historia y cultura. Al fin y al cabo, el centro geográfico de la capital charra posee uno de los conjuntos arquitectónicos más ricos de la Península, motivo por el que se conoce a la ciudad como Roma «la chica». A cada paso, un monumento eclesiástico o civil con el que gozar del incólume paso del tiempo y las modificaciones que eso ha supuesto para el arte. El Puente Romano, que conecta las dos partes de la ciudad y que cuenta con más de 2000 años de historia. Las dos catedrales, cuya construcción atravesó cuatro siglos de nuestra historia y en las que se pueden ver reflejados el arte románico y gótico, caso de la Catedral Vieja, y el barroco propio de la Catedral Nueva. El plateresco que recorre cada uno de los arcos de la Plaza Mayor. O la modernista Casa Lis, ocupada ahora por el museo del mismo nombre.
Pero no solo de conocimiento vive el hombre. El fantástico ambiente que cruza sus plazas y avenidas envuelve a todos sus habitantes y visitantes, que no dudan en apuntarse a cada una de las fiestas que allí se producen. Las Ferias de septiembre, la Semana Santa o la Nochevieja universitaria son también parte, junto con todos sus integrantes, del patrimonio de Salamanca.


