Pixar, un lugar para soñar
Actualizado Viernes , 04-12-09 a las 15 : 05
Son tiempos difíciles. Con más de cuatro millones de parados queda poco tiempo para pensar en los sueños, esos que casi siempre afloran de nuevo por Navidad, como el turrón o los deseos de un niño de cinco años. Pero hay un sitio en el que todavía se puede soñar y no importa si rondas los cinco o los cincuenta, lo importante es que sueñes, que tengas ilusión. Este lugar no está en una nube, ni en la imaginación de muchos. Se llama Pixar y está en Emeryville, California.
Más allá de lo inmediato, de lo empresarial, de los prejuicios, Pixar lleva casi dos décadas construyendo sueños con sus películas y cortometrajes de animación generados por ordenador. Como toda empresa, tiene que cumplir unos objetivos, unos mínimos económicos para que su actividad sea rentable, pero lo que le diferencia de otras muchas es el factor humano, el único responsable de los algo más de 507 millones de dólares de beneficio que generó este año con «UP», su última película, que salió en DVD y Blu-Ray el martes dos de Diciembre.
Enrique Villa lleva trece años en Estados Unidos y trabaja como animador de partículas en Pixar desde 2006. Este estudiante granadino de Física acabó en la empresa californiana gracias a su pasión por los ordenadores y la animación. «Aquí cuidan mucho a la cantera. Los animadores trabajamos codo con codo con el director de la película. No hay intermediarios, eres uno más y te tratan de igual a igual. Cualquier idea que aportes es siempre bienvenida».
Formación e ilusiónPero no sólo cuidan a la cantera, también la forman. «Tenemos una Universidad a la que pueden acudir todos los empleados de Pixar. Desde el director de un proyecto hasta el camarero de la cafetería. Allí se dan cursos de fotografía, charlas sobre cine…sin coste adicional. Todo aquello que pueda ayudar a nuestros trabajadores nos beneficia, porque aprenden y luego lo plasman en su trabajo», dice Michelle, coordinadora de la Pixar University.
Muchos han intentado imitar esta fábrica de sueños, pero la mayoría han fracasado. Si le preguntas a Bob Peterson, co-director y guionista de «Up», cuál es el secreto del éxito no titubea: «La clave está en la historia. No se hace una película hasta que tenemos esa historia, y tardamos unos tres años de media en conseguirla». Son historias que llegan, que transforman. Son un viaje a un mundo de emociones durante dos horas, con ticket de vuelta pero... ¡qué viaje!
«Cuando le dije al productor que el protagonista de "UP" iba a ser un viejo como mi abuelo tuvo sus reservas, pero tras oír la historia dio luz verde al proyecto», cuenta Pete Doctor, director y co-guionista. Porque las películas de estos genios transforman a niños y «viejos», porque plantean un viaje emocional muy adecuado en la escasa sensibilidad actual del ser humano.
Cuesta creer en este modelo de empresa que forma, que invierte en sus empleados, que obtiene grandes beneficios, un lugar que nadie se ha planteado nunca abandonar y en el que te «regalan» una fiesta cuando pasas «más de la mitad de tu vida» en ella. Pixar no sólo es un sueño digital en 3D. Es un sueño en la Tierra, un modelo a seguir que se puede tocar.

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