El ex presidente del Gobierno Felipe González es un hombre de Estado con una experiencia envidiable y por eso le han encomendado presidir el «grupo de sabios» que reflexiona sobre el futuro de la Unión Europea (UE). Siempre ha reconocido que lo hace de muy mala gana, porque no le gusta venir a Bruselas, ni su clima ni su comida, pero ya que aceptó el encargo merecería dedicarle un poco más de talento.

En «Los Desayunos de TVE» ha vuelto a repetir la cantinela de que los gobiernos europeos deberían coordinar más sus políticas económicas, lo que tiene todo el aire de ser una sentencia razonable y europeísta, en la mejor línea de los lemas de propaganda de las instituciones de la UE. Coordinar, sí, pero ¿qué política? ¿Acaso le habría parecido bien a él en los tiempos en que ambos se sentaban en el Consejo Europeo que las economías comunitarias se alineasen bajo la batuta –pongamos- de Margareth Thatcher? O, viceversa, ¿piensa de verdad que la «Dama de Hierro» habría aceptado el mismo rumbo por el que Mitterrand llevó a Francia a la ruina?. Hacer que los Veintisiete trabajen juntos es lo más fácil del mundo, siempre que estén de acuerdo en ir al mismo sitio y por el mismo camino.

Y, por si se le ha olvidado, las medidas para salir de la crisis ya se han acordado y puesto en marcha hace un año. Después de que en España el Gobierno se negase a aceptar que la crisis existía, ahora resulta que no se ha hecho nada ni en Europa ni en el mundo para resolverla, hasta que ha empezado la Presidencia española. Un tan Joaquín Almunia, al que González conoce muy bien, le puede explicar perfectamente qué se ha hecho y que es lo que queda por hacer este año, que es precisamente decidir el ritmo para retirar las ayudas al sistema financiero. Claro que para eso hay que venir a Bruselas y aquí hoy está nevando.