
La oposición surafricana criticó ayer duramente los hábitos sexuales del presidente del país, Jacob Zuma, después de conocerse que una de sus concubinas dio a luz el pasado mes de octubre a su vigésimo hijo. Un número extraoficial de vástagos, como el número de mujeres que mantiene -tres oficiales, después de un divorcio y del suicidio de su segunda esposa- que revelan su promiscuidad y socavan la difusión de campañas a favor del «sexo seguro» en un país con seis millones de seropositivos.
«Hay algunas personas que podrían argumentar que la vida sexual de Jacob Zuma es un asunto de moralidad privada o cultural, pero no lo es. Su comportamiento personal tiene profundas consecuencias públicas», denunció Helen Zille, líder de la Alianza Democrática.
La polémica se produce tan sólo una semana después de que Zuma defendiera la poligamia durante la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), al reconocer que el trato a sus esposas es «absolutamente equitativo».
Sin embargo, su convulsa relación con las mujeres no se limita a los problemas maritales. En 2006 fue acusado por la hija -seropositiva- de un compañero de partido de haberla violado en repetidas ocasiones. En el juicio defendió que una simple ducha tras el acto sexual «consentido» evitaba el contagio de la enfermedad del sida.
