
VĆDEO: L. M. L. FARRACES
TambiƩn los famosos entierran a sus mascotas
Son muchos los personajes notables que, agradecidos a los aƱos de compaƱĆa recibidos, deciden dar sepultura a sus mascotas y deidicarles un lugar para el recuerdo, desde actores como Fernando Tejero hasta polĆticos como el que fuera ministro de Asuntos Exteriores del PSOE, Francisco FernĆ”ndez Ordóñez. La familia de este dirigente mantiene una fosa para varios de sus animales en El Ćltimo Parque.Ente los animales que descansan en este cementerio estĆ” Chico, el pequeƱo Yorkshire de Paloma Hurtado, la actriz que saltó a la fama como una de las Ā«tacaƱonasĀ» del Ā«Un, Dos, Tres»». Paseaba con su perro en brazos cuando recibió un disparo accidental de un policĆa que vigilaba unas dependencias cercanas. Hurtado sufrió un impacto en la cara, pero la peor parte se la llevó Chico, que evitó asĆ la muerte de su dueƱa.
Actualizado
Jueves
, 04-02-10 a las 20
:
06
Perros, gatos, cobayas, serpientes y hasta una mona. No. No estamos en un zoológico. Esto es un cementerio. Sólo que uno diferente. Este es de animales. Se ubica en la localidad madrileña de Arganda del Rey. Y ademÔs de una necrópolis es también un buen negocio. Asà lo atestiguan los 26 años que lleva abierto y los mÔs de 4.000 animales que han sido aquà enterrados en ese periodo.
El cementerio nació en 1983. Ćngel GarcĆa, que fue uno de sus fundadores, explica quĆ© les movió a Ć©l y a sus socios a embarcarse en tan particular empresa. Ā«TenĆamos experiencia en el sector veterinario, donde llevĆ”bamos trabajando y percibimos que muchos propietarios sentĆan la necesidad de hacer con el cadĆ”ver de su animal algo diferente a echarlos al cubo de la basuraĀ».
AsĆ que Ćngel y sus socios adquirieron una finca de 35.000 m², y lo que hasta entonces habĆa sido un pinar destinado al recreo de su propietario se convirtió en El Ćltimo Parque, el primer cementerio para mascotas de la Comunidad de Madrid, una empresa pionera en una Ć©poca en la que tanto la sensibilidad social respecto a los derechos de los animales como la normativa que regula la gestión de este tipo de residuos, que al fin y al cabo es lo que son los cadĆ”veres de los animales, estaban en paƱales. Como recuerda el fundador, Ā«cuando empezamos, la gente de por aquĆ se reĆa de nosotros; nos decĆan, "pero si a los perros se les tira al campo".
MĆ”s de dos dĆ©cadas y miles de animales muertos y enterrados despuĆ©s, El Ćltimo Parque ofrece hoy todo tipo de formas de sepultura y para todo tipo de mascotas. Los precios oscilan desde los 301 euros que cuesta la tumba mĆ”s bĆ”sica, una pequeƱa fosa con una pequeƱa placa de piedra en la que se graba el nombre de la mascota, hasta los 5.000, de las llamadas fosas de honor. Son estas fastuosos tĆŗmulos en los que pueden inhumarse hasta siete animales, cubiertos por amplias lĆ”pidas en las que grabar el mensaje que para la posteridad quiera dejarse.
A medio camino entre estos extremos tarifarios estÔn las fosas de obra, que cuestan 600 euros y las fosas preferentes, que estÔn en los 900. Todas las ofertas incluyen el traslado de los restos del animal, su custodia en un recinto acondicionado y definitivamente, la inhumación. Hay incluso unas minifosas que sirven como sepulcro para pequeños animales, como hamsters o cabayas. Estas cuestan 130 euros.
Luego, se elija lo que se elija hay una cuota anual de mantenimiento que oscila en torno a los 50 euros. Son muchos los propietarios que pasado el tiempo teriman por dejar de hacer frente a este mantenimiento anual. GarcĆa cuenta que Ā«la gente suele pagar una media de 7 u 8 aƱos. Si dejan de hacerlo, lo que hacemos es exhumar al animal y depositamos sus restos en un osario comĆŗn que tenemos en la fincaĀ».
No es mucha la comptencia en este sector. En Madrid, no hay ningĆŗn otro cementerio para animales de compaƱĆa, aunque sĆ hay alguna empresa que ofrece servicios de cremación. Tras incinerar al animal, al propietario se le entregan las cenizas. Es lo que hacen en Hadescan, en el municipio de Sevilla la Nueva. El coste oscila, segĆŗn la talla dfel animal, entre los 188 y los 262 euros.
Prohibido los sĆmbolos religiososEduardo Jorge es uno de los amantes de los animales que ha enterrado a los suyos en El Ćltimo Parque. Lo habitual hasta hace poco era que el Ayuntamiento recogiera el cadĆ”ver del animal y procediera a su Ā«eliminaciónĀ». Ćl explica por quĆ© eligió pagar por un lugar en el que enterrar a sus animales y poder visitarlos. Ā«Se trata de una cuestión sentimental, un recuerdo para quien fue un amigo, un compaƱeroĀ». Esos son los adjetivos con los que Eduardo recuerda a Pongo, el chuchillo al que sacó de una perrera y que se convirtió en su camarada incondicional hasta el fin de sus dĆas.
De eso se trata, de un homenaje a quien fue querido y quiso. HabrĆ” quien lo entienda y quien no. En El Ćltimo Parque, probablemente para no enervar a nadie, prohĆben expresamente cualquier sĆmbolo o ritual religioso. Ā«Nosotros pensamos que los perros no tienen conciencia religiosa y que cualquier motivo relacionado estĆ” fuera de lugarĀ».
El cementerio nació en 1983. Ćngel GarcĆa, que fue uno de sus fundadores, explica quĆ© les movió a Ć©l y a sus socios a embarcarse en tan particular empresa. Ā«TenĆamos experiencia en el sector veterinario, donde llevĆ”bamos trabajando y percibimos que muchos propietarios sentĆan la necesidad de hacer con el cadĆ”ver de su animal algo diferente a echarlos al cubo de la basuraĀ».
AsĆ que Ćngel y sus socios adquirieron una finca de 35.000 m², y lo que hasta entonces habĆa sido un pinar destinado al recreo de su propietario se convirtió en El Ćltimo Parque, el primer cementerio para mascotas de la Comunidad de Madrid, una empresa pionera en una Ć©poca en la que tanto la sensibilidad social respecto a los derechos de los animales como la normativa que regula la gestión de este tipo de residuos, que al fin y al cabo es lo que son los cadĆ”veres de los animales, estaban en paƱales. Como recuerda el fundador, Ā«cuando empezamos, la gente de por aquĆ se reĆa de nosotros; nos decĆan, "pero si a los perros se les tira al campo".
MĆ”s de dos dĆ©cadas y miles de animales muertos y enterrados despuĆ©s, El Ćltimo Parque ofrece hoy todo tipo de formas de sepultura y para todo tipo de mascotas. Los precios oscilan desde los 301 euros que cuesta la tumba mĆ”s bĆ”sica, una pequeƱa fosa con una pequeƱa placa de piedra en la que se graba el nombre de la mascota, hasta los 5.000, de las llamadas fosas de honor. Son estas fastuosos tĆŗmulos en los que pueden inhumarse hasta siete animales, cubiertos por amplias lĆ”pidas en las que grabar el mensaje que para la posteridad quiera dejarse.
A medio camino entre estos extremos tarifarios estÔn las fosas de obra, que cuestan 600 euros y las fosas preferentes, que estÔn en los 900. Todas las ofertas incluyen el traslado de los restos del animal, su custodia en un recinto acondicionado y definitivamente, la inhumación. Hay incluso unas minifosas que sirven como sepulcro para pequeños animales, como hamsters o cabayas. Estas cuestan 130 euros.
Luego, se elija lo que se elija hay una cuota anual de mantenimiento que oscila en torno a los 50 euros. Son muchos los propietarios que pasado el tiempo teriman por dejar de hacer frente a este mantenimiento anual. GarcĆa cuenta que Ā«la gente suele pagar una media de 7 u 8 aƱos. Si dejan de hacerlo, lo que hacemos es exhumar al animal y depositamos sus restos en un osario comĆŗn que tenemos en la fincaĀ».
No es mucha la comptencia en este sector. En Madrid, no hay ningĆŗn otro cementerio para animales de compaƱĆa, aunque sĆ hay alguna empresa que ofrece servicios de cremación. Tras incinerar al animal, al propietario se le entregan las cenizas. Es lo que hacen en Hadescan, en el municipio de Sevilla la Nueva. El coste oscila, segĆŗn la talla dfel animal, entre los 188 y los 262 euros.
Prohibido los sĆmbolos religiososEduardo Jorge es uno de los amantes de los animales que ha enterrado a los suyos en El Ćltimo Parque. Lo habitual hasta hace poco era que el Ayuntamiento recogiera el cadĆ”ver del animal y procediera a su Ā«eliminaciónĀ». Ćl explica por quĆ© eligió pagar por un lugar en el que enterrar a sus animales y poder visitarlos. Ā«Se trata de una cuestión sentimental, un recuerdo para quien fue un amigo, un compaƱeroĀ». Esos son los adjetivos con los que Eduardo recuerda a Pongo, el chuchillo al que sacó de una perrera y que se convirtió en su camarada incondicional hasta el fin de sus dĆas.
De eso se trata, de un homenaje a quien fue querido y quiso. HabrĆ” quien lo entienda y quien no. En El Ćltimo Parque, probablemente para no enervar a nadie, prohĆben expresamente cualquier sĆmbolo o ritual religioso. Ā«Nosotros pensamos que los perros no tienen conciencia religiosa y que cualquier motivo relacionado estĆ” fuera de lugarĀ».