
EFE El batasuno Tasio Erkicia y Rafael Larreina, de EA, entre los padrinos del nuevo movimiento independentista
Domingo
, 28-02-10
Militantes de Batasuna plantearon en el reciente debate interno la necesidad de escenificar una «reprobación» puntual de los atentados, pero sin entrar a cuestionar la «aportación histórica» de ETA a la causa del independentismo vasco. La propuesta no contó con el respaldo de otro sector, partidario de no entrar en el terreno de las condenas, porque, además de «estériles, dan «bazas al enemigo». Unos y otros, sin embargo, coinciden, con matices, en que en la actual coyuntura la «izquierda abertzale» debe hacer política con independencia de la «estrategia militar» de la banda.
Hasta hoy, los «batasunkides» -pragmáticos o halcones- se han negado reiteradamente a repudiar los crímenes de ETA, aduciendo que «las condenas son estériles» porque no ayudan a la «resolución del conflicto vasco». A lo más que llegó Otegi durante el «proceso de paz» fue a admitir que la salvajada de la T-4, en la que murieron dos ecuatorianos, había provocado «confusión» y «decepción» en la «izquierda abertzale».
Por ello, la propuesta de los militantes favorables a una «reprobación» de las futuras acciones criminales de ETA constituye un paso, tímido -no llegan a proponer la «liquidación» o el «revisionismo» de «la aportación histórica» de la banda a la «causa independentista»-, pero, también, inédito -ni el «hombre de paz» que para algunos fue Otegi durante el «proceso» se ha atrevido tan siquiera a farfullar una desautorización de la «lucha armada».
Las corrientes
Lo expertos antiterroristas prefieren ponerse en el peor de los escenarios, ésto es, que al final Batasuna siga sin reprobar los atentados. Los partidarios de no entrar en la espiral de las condenas, además de considerarlas «estériles», aducen que serían «utilizadas por el enemigo para provocar la división en el movimiento independentista». El debate en este punto, hasta donde conocen los expertos consultados por ABC, habría quedado en «un empate táctico». Por ello, no se descarta que, llegado el momento en el que se viera forzada a salir al paso de una acción criminal, Batasuna optara por «la calle de enmedio», esto es, que se limitara a «lamentar» el resultado de víctimas, si las hubiera.
De su «tímido e inédito» «posicionamiento de reprobación», Batasuna habría dado cuenta a las formaciones atraídas por el «polo independentista» e incluso, a través de sus «interlocutores», al Ejecutivo. No obstante, conocida ya es la posición del Gobierno y en especial la de su ministro del Interior, quien une el futuro de Batasuna al abandono de las armas.
Así las cosas, una futura «ekintza» habrá de ser analizada, no sólo como una forma de presión al Gobierno para que se siente a negociar, y como un aviso a Batasuna para dejar claro «quién manda aquí», sino también como «euskobarómetro» para calibrar hasta dónde está dispuesta a llegar la «izquierda abertzale» en su presunta apuesta por la vía política que proclama en el manifiesto «Zutik».
Argucias
Los expertos antiterroristas creen que en estos momentos un atentado «descolocaría» a la «izquierda abertzale». A algunos de sus dirigentes, esa nueva premisa de que Batasuna debe hacer política con independencia de las intenciones de la banda, les ha llevado a la delirante creencia de que ahora atentar no entra en los planes de ETA. Por ello han asistido con cierta confusión a los movimientos de los pistoleros que revelan perversos planes para asesinar. Desde «Gara», que ha defendido a los más pragmáticos en el debate interno, se llegó a insinuar que las advertencias de Rubalcaba sobre un atentado de envergadura o un secuestro, así como las operaciones de Portugal eran montajes de Interior para cargarse el debate interno y las propuestas de un «polo soberanista» y de un «proceso democrático».
Las «prisas» de Batasuna a la hora de apostar por las «vías políticas» responde a su necesidad vital de refundirse en un «fuerza legal» para concurrir a las municipales de 2011. Además, la «izquierda abertzale» no quiere levantar el pie del acelerador, ya que intenta forzar un nuevo «proceso de paz» antes de los comicios generales de 2012, que podrían dar la victoria al PP.
