Viernes
, 19-03-10
POR JOSÉ EDUARDO ARENAS
Coherencia y tacto son denominadores comunes de una personalidad afable como la de Eduardo Noriega, que empezó a trabajar en los años de «Tesis», junto a Alejandro Amenábar. Hoy, con un personaje de anestesista atormentado en el «El mal ajeno», de Óskar Santos -compañero de estudios del director de «Mar adentro»-, vuelve más experimentado en un reto interpretativo inherente al palpable progreso que revalida película a película.
Para llegar a este punto ha hecho falta un guión tejido por el inquietante Daniel Sánchez Arévalo («Gordos»), un reparto talentoso y coral, y en particular a nuestra Grace Kelly ibérica: Belén Rueda como compañera en la soledad de ambos personajes. «Se reconocen en el dolor y se entienden sin utilizar la palabra», apunta el actor para dar a entender la buena sintonía entre los cabezas de cartel. «Sus papeles tienen en común la sensación de no gustarles el presente que viven ante la evidencia de no estar haciendo lo debido. Yo arranco en el momento de la crisis, con los sentimientos metafóricamente anestesiados. Un hombre perdido y acostumbrado a lidiar en su entorno laboral echando mano de las corazas que se ha construido ante el sufrimiento. Pero un cambio radical en su vida, tras un ataque en el que le pegan dos tiros, vendrá a resolver muchas cosas, como es este viaje hacia al lado contrario de su anclada realidad».
Sin embargo, no hay que fiarse de este rápido bosquejo melodramático, las hechuras del guión pasan por brotes de humor para desengrasar -de ahí el acierto en la elección de actores-, y si en la vida no hay de todo, «para eso están los poderes sobrenaturales que envuelven la película a modo de thriller psicológico y ese viaje hacia la sensibilización del héroe de la historia», por lo que la cosa pinta bien de cara a un público.
Ahora Noriega está preparando otro trabajo, un western dirigido por Mateo Gil, cuyo rodaje en Bolivia se avecina y está dispuesto a dejarse la entrepierna en un duro entrenamiento a caballo para alcanzar la maestría de... ¡Sam Sephard! Ni más, ni menos. Tras el noticiable desliz, volvemos a la película de marras, a «El mal ajeno» y a preguntarle cómo se siente el actor ante un papel que «carga» con el eje de la historia. «La película quedó muy clara desde el principio por contar con un guión impactante. Cuando los chicos de dirección hicieron su desglose me di cuenta de que estaba en todas las secuencias. Sentí una subida de adrenalina tremenda. Una buena señal para retarse a uno mismo».
Por suerte ha tenido varias experiencias en películas como esta, en las que entra en una dinámica de trabajo frenético todos los días sacando adelante secuencias complicadas «que nunca sabes las que son. Permanecer al pie del cañón ayuda al actor -insiste-. Cuando estoy en un rodaje donde hago una intervención pequeña, de las que vas de vez en cuando al plató, es horrible. Cada día hay que romper hielos, cada sesión es como la primera y los nervios continúan hasta el final. Siendo el centro de atención, te agota y apenas tienes tiempo, sólo piensas en el devenir del personaje, en su problemática o dilema moral que le afecta, como es el caso. Ayuda al actor a componerlo. Pocas veces en mi carrera se ha ensayado tanto. Tres meses con Óskar y, paralelamente, con mi maestro de teatro, Fernando Piernas. Por entonces sólo estaba Belén Rueda en la película, así que trabajé con ella, luego con Clara Lago, Cristina Plaza... Incluso acudía a los casting, para hacer la réplica a los actores que se presentaban: Hubo días de ocho horas para buscar el personaje que después ha hecho Marcel Borrás, mi ayudante en la historia. Al mismo tiempo estaba en el Gregorio Marañón de la mano de Alejandro Garrido, un anestesista amigo mío, que también me ayudó. Pasé horas y horas haciendo guardias, pasando visitas a enfermos, en el quirófano. Me han dado la oportunidad de vivir unas jornadas inolvidables y ahora sé cómo vive un médico de la Unidad de Dolor de un hospital y lo duro que es estar allí», explica. Allí trabajas con dolores crónicos, no necesariamente con enfermedades mortales. Muy pocas veces te vas a casa con la ilusión de haber curado a alguien. Un constante trato con dolor ajeno. Hemos sido muy concienzudos con el asesoramiento médico, incluso cuando nos hemos saltado la norma médica lo sabíamos y se hacía en favor del filme».
Maravillosa lección vital
Cree que actuar es algo maravilloso, «nos da la oportunidad de ponernos en el lugar de otro, de imaginar situaciones que no nos pertenecen y a veces discursos ideológicos alejados a nosotros. Para interpretar un discurso que no te pertenece, no sólo hay que decirlo, sino que hay que creerlo y buscar los puntos en común con el otro para que resulte auténtico cuando lo defiendes. Como lección vital es algo maravilloso. Ojalá tendiéramos a ponernos en el lugar del otro a la hora de discutir en el día a día ante cualquier situación».
Después de despedirnos le pregunto con claros síntomas de ansiedad si verá a Jessica Lange en Bolivia. Noriega se da la vuelta y dispara: «Ha dicho que irá para hacerse fotos en el Salar de Uyuni, el más grande del mundo. Por cierto, Sam Shepard será un Butch Cassidy viejo y cansado, yo un ingeniero de Minas aventurero... Desde pequeño me han gustado Sam Peckinpah, Ford, Sergio Leone... El resto no le entendí. Cabalgaba».
