
La piedad, captada en la década de los 50
Cómo se hizo la escultura en 1958
Bastantes dudas, sinsabores y muchas horas de trabajo sufrió el escultor Juan de Ávalos desde el encargo de la obra, hecho en 1951, hasta el montaje definitivo, en 1958. </MC>El artista realizó una primera escultura que hubo de desmontarla. La nueva Piedad, que es la ahora emplazada, pesa entre 120 y 150 toneladas, mide 6 metros de altura, nueve de ancho y tres de fondo y está formada por 151 bloques de piedra. Entonces, la colocación en la base de la Cruz de aquellos enormes bloques que eran las estatuas supuso un gran problema. Una vez tallados en el estudio-taller, en los solares de Atocha, fueron trasladados a Cuelgamuros, donde se tuvieron que adaptar a las formas de seres humanos de dimensiones gigantescas.
Actualizado
Domingo
, 21-03-10 a las 17
:
34
La inmensa escultura de «La Piedad», obra de Juan de Ávalos, lleva medio siglo presidiendo el Valle de los Caídos. Ahora, la dirección general de Patrimonio Nacional ha dispuesto retirarla del frontispicio de la Basílica de Cuelgamuros para proceder a su restauración. Administrador provisional, el organismo público alega que así lo aconsejan sus informes técnicos.
Esta decisión no agrada a la Fundación Juan de Ávalos, encargada de la conservación, mantenimiento y difusión del legado del escultor, institución que aprueba la rehabilitación de la obra siempre y cuando esta se realice «in situ» y no conlleve el traslado de la citada pieza que, en su conjunto, pesa entre 120 y 150 toneladas, mide seis metros de altura, nueve de ancho y tres de fondo y está formada por 151 bloques de piedra.
Entienden que la obra puede presentar «las patologías propias de cualquier piedra expuesta a los cambios bruscos de temperatura y, muy en especial en este caso, por la zona en la que se encuentra», pero no comprenden la necesidad técnica de su «casi imposible» desmontaje sin daños.
Dificultad de su traslado
Para ello haría falta, aseguran desde la Fundación, «separarla de la base, levantarla mediante grúas hidráulicas para depositarla en una base indeformable, elevarla y colocarla en un transporte especial que absorbiera los movimientos hasta el taller y viceversa».
Además, añaden, por sus características constructivas, «donde todos los sillares trabajan a compresión y las lañas y varillas solo son de sujeción y no armado, la pieza no trabajaría correctamente ante cualquier esfuerzo de flexión o cortante, lo que colapsaría la obra, desmoronándose o fracturándose con el peligro para las personas que ello conllevaría». Otra de las consecuencias fatales podría ser la posibilidad de pérdida irrecuperable de la obra. Según sus informes técnicos, el desmontaje supondría «un muy grave riesgo de colapso y destrucción» para la escultura.
Su propuesta pasa por que cualquier intervención que deba realizarse se aborde «in situ», procedimiento que, por otra parte, insisten, «supondría mayores facilidades». Desde Patrimonio Nacional refutan categóricamente este punto de vista y apuntan a que, según sus informes técnicos, «no es aconsejable por seguridad que los restauradores trabajen en su actual ubicación».
Originales destruidos
De lo que no cabe duda es de que «La Piedad» es una pieza única de un valor artístico y económico extraordinario e incalculable. De hecho, su mérito fue refrendado en su día por nueve Academias de Bellas Artes y el autor recibió en vida cerca de cien distinciones y honores de todas partes del mundo.
La obra es única también porque no existe de la misma el modelo original, aunque sí pequeños estudios en manos privadas. Los modelos originales de las esculturas de Cuelgamuros fueron hechos en escayola y, debido a su inmenso tamaño y dificultad de almacenaje y a la exposición de las inclemencias meteorológicas durante el montaje de cantería, fueron destruidos.
Por este motivo, explican desde la Fundación Juan de Ávalos, «de ninguna manera se puede correr el más mínimo peligro de que se destruya. No se podría volver a hacer nada igual».