Prueba de fuego para el euro
Zapatero y el primer ministro griego Papandreu, esta semana en Bruselas / REUTERS
Domingo , 28-03-10
«Semana de Pasión» para el euro. La amenaza alemana de romper la baraja y no acudir al rescate de Grecia ha sacado a relucir hoy más que nunca las debilidades de un euro que afronta su crisis más profunda y seria desde su creación.
Razones para la ruptura las hay de sobra pero, a la hora de la verdad, la balanza se decanta por seguir en un proyecto común con más de 50 años de historia. Una de las principales razones para seguir juntos a pesar de la crisis es que el precio de la ruptura, a día de hoy, sería muy superior al de mantener unidos los 27 países.
Los costes se sitúan en el orden económico, pero también en el social y el comercial. Las dificultades de sobrevivir como una sola nación en el mundo global se reducen notablemente. No habría forma de hacer frente a la arrolladora potencia comercial de China o de cualquier otro país incluso más pequeño.
Esta razón que parece tan obvia, en cuanto que se refiere al bolsillo, está rodeada de otras menos visibles pero de igual importancia. Los costes políticos de una ruptura podrían alcanzar el grado de un divorcio que desarrollara países enfrentados y ejes aliados. Una fragmentación política que deje a la deriva Europa es una idea que suena -el «eurodesastre» del Nobel de Economía Paul Krugman- pero que de momento se sitúa en el plano de la ficción.
Standard & Poor´s estima que, si bien la disolución negociada de la Unión Monetaria Europea es posible, la retirada unilateral de un solo país sería políticamente divisiva. Y, de nuevo las principales reflexiones se planten en la esfera financiera. «El riesgo de una fuga de capitales y la potencial crisis de la banca sugiere que es poco probable que un gobierno de la zona del euro» pase a la acción en este sentido.
«Grecia ha puesto de manifiesto que a la hora de la verdad, el euro tenía más de espíritu que de compromiso verdadero», explican desde un banco de inversión. Si algo han dejado claro las turbulencias griegas es que los desmanes nacionales se pagan en casa por mucha unión que respalde detrás. Pero decir abiertamente que el euro, al menos desde el punto de vista económico, no funciona es un enorme tabú y la mayoría de analistas prefiere hablar de la necesidad imperiosa de «una unión monetaria más eficiente».
Deuda bajo control
De esta forma la política monetaria externa -tipo de cambio- e interna -tasa de interés- son dos parámetros que sustentan la moneda única y que son difíciles de deshacer, que además deben servir tanto para las economías del norte como para las del sur. La búsqueda del área monetaria óptima incluye mecanismos de estabilización no siempre a gusto de todos pero son más ventajosos que dañinos, a no ser que tengamos en cuenta el orgullo patrio.
Para Standard & Poor´s las herramientas de política macroeconómica y la responsabilidad final para corregir los desequilibrios siguen estando en manos del Estado soberano mucho más que en el resto de países cuyo papel se ciñe al de ejercer la presión justa para que el estado «díscolo» adopte las recetas necesarias por más penosas que estas sean.
El éxito en este sentido depende de la voluntad política y «capacidad de los gobiernos individuales para aplicar políticas coherentes con la estabilización de su situación crediticia», explica la agencia de calificación. Porque el siguiente problema es precisamente ese: el pago de la deuda soberana. La ruptura del euro podría llevar a los países deudores a caer en la tentación de suspender los pagos. Una catástrofe incalculable que haría caer a los más fuertes de Europa en un demoledor «efecto dominó». La solvencia de uno es la supervivencia de los demás. Otra razón para mantener la unión.
Además la ruptura de la Unión Monetaria podría llevar al sector privado de los países más débiles a perder el acceso a la financiación extranjera y la emisión de su deuda sería más costosa en términos de moneda local.
La salida, mejor juntos
La fractura que recorre hoy Europa salta a la vista. La respuesta para muchos, tal y como hizo Estados Unidos en 1933, pasa por adaptar las instituciones comunitarias. El foco se centra con especial intensidad en el mercado laboral y las transferencias fiscales a través de las fronteras.
El pago de subvenciones de las zonas más prósperas de la eurozona a otras en desventaja económica lejos de representar una unión escuece sobre manera a Alemania, que ve como los tramposos griegos amenazan con una muerte súbita de no recibir la inyección de subvenciones necesarias para reflotar el país. Pero varios analistas señalan que realizar estas transferencias es compensado con crecer con el mantenimiento de un mercado abierto y el acceso de las empresas a un creciente número de consumidores.

Enviar a:

¿qué es esto?


Más noticias sobre...