Haruki Murakami. Tusquets (Barcelona, 2010). 17 euros
«De qué hablo cuando hablo de correr»
- Autor: Haruki Murakami
- Editorial: Tusquets
- Barcelona, 2010
- 17 euros
- Editorial: Tusquets
- Barcelona, 2010
- 17 euros
La carrera literaria de Murakami
Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los pocos autores japoneses que ha dado el salto de escritor de culto a autor de prestigio y grandes ventas tanto en su país como en el exterior. Ha recibido prestigiosos premios como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri y el Franz Kafka, así como el Arcebispo Juan de San Clemente, concedido por estudiantes gallegos. Recientemente, ha sido distinguido con la Orden de las Artes y las Letras por el Gobierno español. Tusquets Editores ha publicado siete novelas suyas –Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Sputnik, mi amor; Al sur de la frontera, al oeste del Sol; Tokio blues. Norwegian Wood; Kafka en la orilla; After Dark yEl fin del mundo y un despiadado país de las maravillas– y el libro de relatos Sauce ciego, mujer dormida (II Premio Frank O’Connor). Homenaje al volumen De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver, este libro es tal vez el más personal de los suyos, donde manifiesta más ampliamente sus opiniones sobre la literatura y sus propias obras, y, según la crítica, una obra «fascinante… una joya brillante y rara, donde Murakami despliega su filosofía vital con una claridad y una fuerza que atraerán a un amplio público, incluso a aquellos que no ambicionan escribir complejas novelas ni participar en extenuantes maratones» (Time Out).
Publicado
Miércoles
, 05-05-10 a las 12
:
43
«Somerset Maugham escribió que "todo afeitado encierra también su filosofía". Viene a decir con esto que al realizar cualquier acto, por trivial que sea, con el paso de los días acaba por surgir algo similar a una contemplación filosófica». En el prefacio de «De qué hablo cuando hablo de correr» (Ed. Tusquets), Haruki Murakami nos da la clave de su último libro, donde narra sus experiencias al practicar ese deporte. Ese hecho tan aparentemente simple y cotidiano nos abre las puertas de su universo particular.
Sin el menor reparo y con total nitidez, el autor de culto nos permite meternos en su piel durante sus carreras: su música, el paisaje que atraviesa, sus pensamientos, sus experiencias... son relatados con tal trasparencia que casi se puede sentir el sudor por el esfuerzo. Son tales las intimidades que desgrana al lector que éste entra al principio en el libro de puntillas para, después, exprimirlo al máximo. Sus gustos (en música, en tecnología…), su tendencia al aislamiento, cómo vivió el comienzo de su declive físico… El ojo de la cerradura de sus carreras nos permite ver hasta lo más profundo de su ser.
Cuenta el escritor que comenzó a correr en 1982 con treinta y tres años, justo cuando decidió dedicarse por completo a escribir. Desde ese momento, ambas facetas de la nueva vida del autor quedan indisolublemente unidas y así evolucionan. Carrera tras carrera, aparece un Murakami paciente, constante, disciplinado y con una gran capacidad de concentración. Habilidades todas ellas que entrena con mimo y esmero, y que vuelca tanto en la práctica de deporte como en sus novelas. Él mismo lo manifiesta así: «En mi caso, la mayoría de lo que sé sobre la escritura lo he ido aprendiendo corriendo por la calle cada mañana. De un modo natural, físico y práctico. ¿En qué medida y hasta dónde debo esforzarme? ¿Cuánto descanso está justificado y cuánto es excesivo? ¿Hasta dónde llega la adecuada coherencia y a partir de dónde empieza la mezquindad? ¿Cuánto debo fijarme en el paisaje exterior y cuánto concentrar profundamente en mi interior? ¿Hasta qué punto debo creer firmemente en mi capacidad y hasta qué punto debo dudar de ella? Tengo la impresión de que si, cuando decidí hacerme escritor, no se me hubiera ocurrido empezar a correr largas distancias, las obras que he escrito serían sin duda bastante diferentes».
«De qué hablo cuando hablo de correr» se trata, entonces, más que de un diario de un corredor, de unas memorias que giran en torno al hecho de correr, como él mismo reconoce. Una rutina de más de veinte años durante seis días a la semana se convierte, letra a letra, en una metáfora vital del escritor.


