Ángela Amate: «Pongamos el foco en capacidades y no en la discapacidad»
Casi un millar de personas son atendidas en Córdoba y provincia por Futuro Singular. Esto significa que esas casi mil personas con discapacidad intelectual están esforzándose por tener un futuro próspero en el que desarrollan sus capacidades y cumplen sus sueños. Esa es la misión de la entidad y es la meta por la que trabajan sus 300 trabajadores en los diferentes centros que se encuentran repartidos por todo el territorio regional. Son comunidades de promoción de la autonomía y de apoyo para la inclusión. Antes se llamaba Aprosub y acaban de cambiar de nombre. Por qué y para qué lo explica su presidenta, Ángela Amate.
—¿A qué se deben las modificaciones en la imagen de la entidad?
—Lo que hacemos tiene mucho que ver con ese cambio. En nuestro último plan estratégiso nos planteamos una pregunta clave: por qué hacemos lo que hacemos, y hablar de la esencia de Aprosub. Y eso lo hemos trasladado al nombre, Futuro Singular.
— ¿Qué quieren transmitir con este concepto?
—Que ponemos a la persona en el centro. Es nuestra puesta en valor. Nos centramos en su futuro con nuestra metodología de plan de apoyo personalizado en el que trabajamos por sus objetivos vitales.
— ¿Cómo se concreta esto en el día a día en cada centro?
—Somos muchos profesionales trabajando en Futuro Singular. Cada persona tiene asignado un grupo con el que trabaja de forma individualizada. En esta dinámica intervienen, junto a la persona tratada, la persona cuidadora, el psicólogo y familiares o amigos que quieran, según elija. Si hablamos de perseguir su proyecto de vida, hay que adaptar su círculo a lo que quieran conseguir.
—¿Este planteamiento es común en el trabajo con este colectivo?
—Nosotros empezamos hace diez años a trabajar así y las organizaciones tienen que tener claro que no puede haber un espacio en el que se decida por otra persona si esta tiene discapacidad intelectual como se hacía antes. Hay que escucharles y son ellos los que tienen que dar la pauta de lo que quieren para sus vidas siempre siendo realistas. Hay que hacerles ver hasta donde pueden llegar animándoles a conseguir el máximo. Pero en este sentido nos encontramos con que en el ámbito laboral hay un problema muy grande.
—¿Cómo se podría acabar con esa barrera?
—Los prejuicios vienen del desconocimiento de los empresarios. Las personas con discapacidad intelectual pueden desempeñar muchísimos trabajos y además se implanta el empleo con apoyo. Es importante que conozcan la metodología y también las ventajas que contratar a estas personas suponen para las entidades. Ojalá consigamos poner el foto en las capacidades y no en las personas con discapacidad.
—¿Cuál es el papel de la familia para la promoción de estas personas?
—Es la base primordial, la que más le va a apoyar. Mientras está en el centro cuentan con varios apoyos pero una vez que salen es la familia el pilar más importante.
—¿La inclusión plena será posible?
—Es un reto a nivel global. Necesitamos que estas personas pasen cada vez menos tiempo en los centros y desarrollen sus capacidades en entornos comunes al resto. Pero para avanzar en esto se necesitan muchos recursos y dinero. Pero tenemos que luchar por hacer que la persona no dependa de la comunidad.