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Celia Pérula, voluntaria de Cáritas: “En el voluntariado recibes muchísimo más de lo que das”

Celia Pérula es forma parte del voluntariado de Cáritas que dedica su tiempo y su cariño a los más necesitados, las personas sin hogar.

Celia Pérula es forma parte del voluntariado de Cáritas que dedica su tiempo y su cariño a los más necesitados, las personas sin hogar. Son setenta los voluntarios que de forma altruista se turnan para salir tres noches a la semana a repartir bolsas de alimentos a quienes duermen en las calles de Córdoba, situación de extrema vulnerabilidad en la que actualmente se encuentran medio centenar de personas  que viven en soportales, parques y en cajeros arropados con mantas y cartones.

Celia llegó a Cáritas en 2016 gracias a una experiencia con su grupo pastoral “y me gustó tanto la experiencia que decidí hacerme voluntaria”. Incluso, a pesar de que tuvo que marcharse a Cataluña por motivos laborales, desde hace dos años ha vuelto a la UVI Social.

“El voluntariado aporta mucho más de lo poquito que tú puedas dar” insiste Celia que está convencida de que la labor altruista hace valorar la familia, amigos, tener una red social de apoyo, necesidades básicas de las que carecen todas las personas a las que atendemos”.

Cáritas explica que su principal objetivo no es solo dar la bolsa de alimentos, sino tratar a todas y cada una de las personas en situación de calle, atendiendo sus necesidades particulares para que sean capaz de insertarse en la sociedad a través de un empleo. Para ello, la entidad de la Iglesia cuenta con un abanico de ambiciosos programas que ofrecen formación para aumentar la empleabilidad, así como apoyo económico y psicosocial por parte de su equipo multidisciplinar de trabajadores.

Cáritas atiende a una media de 50 personas que viven en la calle las noches que su dispositivo de atención a personas sin hogar sale a repartir alimentos –lunes, miércoles y viernes- y un total de 390 personas diferentes recibieron su bolsita para la cena durante el año pasado.

La institución cuenta con la Casa de Acogida Madre Redentor donde hay plazas para 40 personas todo el año –que cuentan con lista de espera- y, durante los meses de frío, el año pasado llegaron a alojar a 199 en su Ala de Baja Exigencia (ABE). En el Hogar Residencia San Pablo, la entidad de la Iglesia también alberga a 40 mayores en situación de vulnerabilidad social.

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