«Es un tiempo difícil porque se ve a la otra persona como un competidor»
Cuesta resumir la actividad del Centro de Iniciativas para la Cooperación Batá. Su presidenta, Claudia Usuga, comienza hablando de objetivos, sigue por los proyectos, se detiene en los talleres y termina mencionando la transformación. Esa es la meta de su actividad: transformar a las personas que llegan a sus aulas, hacerles dueños de sus capacidades, personas activas que buscan sus oportunidades.
—¿Qué proyectos lleva a cabo esta organización?
—Trabajamos por un lado la formación desde la inclusión laboral y digital porque en la actualidad hay personas que por no saber usar un ordenador están privadas de libertad. Otro de nuestros ejes es la cooperación internacional pero no invasiva, sino enseñando a las personas a tomar las riendas de su propio desarrollo. Y por otra parte trabajamos la sensibilización en la sociedad, la educación para el desarrollo. Esta es la parte en la que yo me centro. Apoyamos la participación, el uso de herramientas de comunicación y el respeto a la diversidad.
—¿Cuál es su área de intervención y los principales perfiles con los que trabajan?
—Aunque CIC Batá nació en Córdoba y tiene aquí su sede, somos una organización de ámbito andaluz. En Sevilla también tenemos un centro y hay compañeros voluntarios en Granada, además de nuestras sedes internacionales en Nicaragua, Mozambique yBolivia. Como tenemos un abanico muy amplio de proyectos, trabajamos con diferentes perfiles de personas, desde jóvenes hasta mayores que se consideran en riesgo de inclusión. Aunque no nos gusta llamarlos así porque simplemente son personas con oportunidades diferentes y lo que queremos es la igualdad.

—¿Qué necesidades detectan en Córdoba dentro de su área de trabajo?
—Córdoba era una ciudad donde la gente se apropiaba de su barrio y creemos que en la actualidad es necesario reforzar ese sentido de pertenencia. Es un tiempo difícil porque se ve a la otra persona como un competidor.
—¿Es porque falta empatía o porque no hay oportunidades ?
—Un poco todo. El contexto cambia y las necesidades también. Nosotros por un tiempo nos movíamos mucho en actividades de tipo educativo y ahora tenemos que volcarnos con la orientación laboral porque es una necesidad apremiante. La gente necesita encontrar trabajo, aprender a rellenar un formulario, encontrar vivienda... y otra cosa son las oportunidades.

—¿Cuáles son los retos inmediatos en los que van a trabajar?
—Los tenemos muy claros: en la comunicación con la necesidad de mejorar los procesos tanto interna como externamente. Creo que las organizaciones comunicamos mal y no pregonamos nuestros logros y el impacto que tienen en las personas. La gente tiene que saber que el dinero público que se invierte en estos proyectos transforman a las personas. También tenemos que trabajar la participación y por último la gestión de nuestros fondos, mayoritariamente públicos, y lograr la autogestión, que es a lo que aspiramos.
—¿Cómo llegó a presidir Batá?
—Empecé en un centro de menores de la organización, después me incorporé al área de educación realizando talleres. Más tarde entré en la Junta y por mi trayectoria me propusieron el puesto. Soy la primera mujer presidenta de Batá en 25 años.