«Nuestros centros son casas y dentro nos sentimos en familia»
Cruz Blanca es una de las insignias de la atención social en Córdoba. Su trabajo se conoce desde que los hermanos Franciscanos llegaron a la ciudad en 1977 y abrieron su comedor. Después llegaron varias casas hasta unificarse en la Casa Famliar San Francisco de Asís. Este es hoy el punto de encuentro y hogar de discapacitados físicos y mentales.
Por otra parte empieza a andar otro proyecto de Cruz Blanca, su Fundación, que abrió su sede en Córdoba hace un año. Sus programas trabajan con otros colectivos y situaciones de vulnerabilidad en cualquier contexto. Son dos contribuciones de un mismo carisma al que nos acercamos desde el testimonio de Pablo Cardenal, Director Técnico de la Casa Familiar.
—¿Cuál es la misión de Cruz Blanca y en concreto la Casa Familiar San Francisco de Asís?
—Trabajamos para ofrecer espacios en los que se promueve, defiende, cuida y celebra la vida, facilitando el desarrollo integral de las personas más vulnerables.
—¿Cómo trabajáis en la institución?
—Tenemos varios programas de intervención con los chicos que cuentan con actividades que quieren normalizar la participación de los discapacitados físicos y mentales. Hay un programa de intervención terapeútico para potenciar la autonomía con actividades como deportes o jardinería. También un programa de sociabilización y participación para la integración tanto en el centro como en la sociedad y otro programa que trabaja las habilidades sociales y de comunicación. Por otro lado están las actividades extraordinarias.
—¿Cuáles son las principales necesidades de las personas a las que atendéis?
—El mayor problema llega cuando los chicos con discapacidad mental terminan la edad de escolarización porque las familias no saben qué recursos ofrecerles. Nuestro propósito es introducirlos en la normalidad y que participen en la sociedad como uno más. Nos presentamos en centros educativos con nuestros programas para que las familias sepan que tenemos tanto una residencia de personas gravemente afectadas, también una residencia de adultos y un centro ocupacional de estancia diurna.
—¿Cuántas personas formáis el equipo de trabajo y voluntariado?
—Somos unos 42 trabajadores que se dividen en cuatro grupos: cuidadores, el equipo de centro ocupacional, el de personal de oficio y el equipo técnico. Además contamos con 182 voluntarios que son un pilar fundamental, es el origen de Cruz Blanca. Su acción es crucial para nuestro trabajo diario. Están en ropería y lavandería, acompañan a los chicos, imparten talleres...
—¿Qué es lo que deja huella en el paso por Cruz Blanca?
—Nuestro ambiente de casa grande, de gran familia. Ese era el carisma del fundador Isidoro Lezcano. Su intención era la de expandir nuestros centros son como casas y dentro nos sentimos en familia. Por eso vamos de vacaciones juntos en verano y procuramos que las relaciones con los trabajadores y voluntarios sea muy estrecha.
—La Fundación, recién instalada en Córdoba, completa esta labor. ¿Cuál es su cometido?
—Pone en marcha proyectos que trabajan con menores, inmigrantes, personas con problemas de drogadicción o en entornos de prostitución y extienden su participación a la provincia. Además funcionan como sede de atención para quién les visite.