Elena Espejo: “Acpacys es como mi casa, son como mi familia”
«Sabía que era mi sitio», dice Elena Espejo sobre Acpacys, la asociación en la que es voluntaria. La joven tiene muy claro que para entregarse hay que sentir algo especial por la entidad y ella lo supo desde que estando en la Universidad le contaron el proyecto.
La Asociación Cordobesa de Parálisis Cerebral y otras afecciones similares cuenta con un centro en el que ofrece atención de día, residencia de gravemente afectados y un espacio para los menores. Elena, como estudiante de Educación Social, empezó «dando apoyo en los talleres que necesitan de voluntariado», como actividades artísticas, apoyo educativo... «donde hace falta, allí que voy», apunta la voluntaria.
De su experiencia y de la asociación destaca la forma en que sus socios, afectados de parálisis cerebral, afrontan su día a día: lleno de dificultades pero con «gran fortaleza y naturalidad» a través de varios recursos como son el programa de ocio y tiempo libre, el fomento del deporte adaptado y numerosas iniciativas que llenan de vitalidad sus instalaciones.
«Al principio fue duro porque la parálisis cerebral es una discapacidad dura y muchas veces olvidada. Porque se cree que estas personas no llegan a ser capaces», comenta Elena, que de hecho, antes de formar parte de la asociación «no sabía que a nivel cognitivo muchas de las personas que están en este centro están perfectos».
La joven cuenta, recordando entre risas, los momentos que pasa con su mejor amiga de Acpacys. «Ella no habla... bueno no lo hace verbalmente. Es difícil explicar cómo te puedes entender con una persona sólo con la mirada», pero es la forma en que se comunican. «Un día no entendía qué me quería decir y me propuse probar opciones y hasta que no lo adivinara, no me iba a ir», relata la voluntaria como anécdota del principio de su amistad.
Cuando acude al centro, Elena siente únicamente que está desempeñando una tarea profesional voluntaria, sino que confiesa: «Acpacys es como mi casa, son como mi familia». Y reconoce que aunque el voluntariado «no es una obligación, sí que es un compromiso y para que ese compromiso se cumpla tienes que sentirte a gusto con la asociación en la que estás».
Por eso el compromiso de Elena es fuerte con la entidad. «Me ofrecieron una forma de ver la discapacidad que comparto», dejando a un lado el pesimismo y apostando por potenciar las capacidades que cada uno tiene, sean las que sean.