«El gran reto es lograr la inclusión social de los menores en riesgo»
La labor de esta asociación se disuelve, se expande como acuarela. Tiene su sede en Lucena, donde en un espacio diáfano los niños se motivan retándose a rimar, a seguir el ritmo. También se motivan estudiando porque no hay música sin estudio. Ana Franco es la presidenta de Acuarela de Barrios y como psicóloga habla del trabajo que hacen: llegan a los niños y a sus familias, son apoyo y guía pero lamenta que se les atraviese la asignatura pendiente: la integración.
Han recibido premios a la innovación, les llaman para salir fuera con sus talleres y recitales, y muchos quieren replicar su forma de trabajar. Una labor que nos descubre su fundadora.
—¿Cómo surgió la idea de fundar Acuarela de Barrios?
—Llevaba 7 años trabajando como psicóloga en centros de menores y aunque quería dedicarme a la investigación, desde que tomé contacto con la infancia en riesgo me despertó una vocación, me cambió la visión de las cosas. Desde entonces tuve en mente un proyecto para trabajar la prevención en menores y como en Lucena no había nada parecido, puse en marcha la asociación.
—¿Y qué tiene que ver el rap con la prevención en menores?
—Tenía claro que empezar un proyecto de la nada y decir a los niños que vinieran a estudiar aquí era algo muy pretencioso. Cuando trabajaba en los centros, los menores estaban todo el día rapeando, improvisando letras y lo primero que se me ocurrió fue lanzar una escuela de rap, que después se ha convertido en la primera para niños en exclusión de toda España.
—¿Cómo pueden aprender a través de este tipo de música?
—Es una herramienta de trabajo muy importante para tocar habilidades lingüísticas, sociales y temas emocionales, desde la expresión de lo que sienten en su fuero interno. También daba la oportunidad de formarse a través de las letras y en definitiva me pareció una herramienta de integración muy potente.
—¿Cuáles son los objetivos de la fundación con los menores?
—Por un lado, el acompañamiento escolar. Cuando ya llevaban cinco meses empezamos a trabajar el tema académico. Ahora se les da una hora y media de estudio de lunes a viernes y no sólo ofrecemos clases de apoyo, sino que también nos coordinamos con los centros para visitar a los tutores. También trabajamos la mediación familiar y la implicación de los padres en el proceso educativo.
—¿Y el reto más urgente?
—El gran reto es lograr la inclusión social de los menores en riesgo, por eso fomentamos actividades abiertas en las plazas o buscamos convenios con clubes deportivos y otras agrupaciones. Para integrales hay que mezclarlos y en eso hay que trabajarlo mucho también con los padres.
—¿Qué respuesta obtienen por parte las familias?
—Al principio no se implicaba nadie pero ahora de los 90 niños que atendemos, 30 padres se interesan. Ven que su hijo puede mejorar poco a poco y lo que no es importante para ellos, empieza a serlo. Queremos poner el foco en la educación para que tengan oportunidades de futuro.
—¿Con qué recursos funcionan?
—Nos llega financiación de entidades, empresas y partidas de las actividades que hacemos con el Ayuntamiento.También donaciones privadas pero si vemos que necesitamos más, abrimos campañas de «crowfunding», lanzamos el mensaje por los colegios… El pueblo se vuelca mucho.