María Ruiz (Acali): “El Covid ha aumentado las recaídas de enfermos adictos al alcohol”

La Asociación Cordobesa de Alcohólicos Liberados cuenta con un nuevo centro de internamiento para pacientes con adicciones en El Encinar

En el Día Mundial Sin Alcohol, la presidenta de la Asociación Cordobesa de Alcohólicos Liberados (Acali), María Ruiz, recuerda que “todo puede empezar con una cerveza, una copa”. Ella ha sufrido los efectos del alcoholismo en su familia, por eso, insiste en la necesidad de pedir ayuda al menor síntoma, cuando “no se es capaz de controlar”, ya sea “a diario o cada vez que se sale con amigos”.

Y aunque la pandemia haya obligado a limitar el ocio, el fantasma de esta adicción ha entrado de lleno en los hogares, “el Covid ha aumentado las recaídas de enfermos adictos al alcohol”.

Acali atiente a más de un centenar de pacientes al mes y estrena un nuevo servicio, una clínica de hospitalización con atención integral a enfermos adictos al alcohol, al juego y a otras sustancias como la cocaína.

Según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) del Observatorio Español de Drogas y Adicciones el 62 por ciento de la población consume alcohol en alguna medida, pero ¿ha aumentado la concienciación de los riesgos que supone esta droga legal?

Tenemos más información, campañas de información, pero a Acali no deja de llegar gente. El alcohol forma parte de nuestra cultura, está presente en celebraciones, pero también en cualquier momento de la vida cotidiana. Personalmente, creo que hay muchos factores, el desempleo, el aumento de las salas de juego.

¿Cuáles son los perfiles que más atienden en Acali?

El alcoholismo no entiende de clases sociales, de edades ni de género. Tenemos desde abogados a gente de la construcción. Actualmente atendemos a más de cien enfermos al mes, entre ellos, solo una decena de mujeres porque es más complicado detectar que ellas tienen un problema con el alcohol, beben solas en casa, no suelen desatender los cuidados del hogar, es una enfermedad silenciosa. Además, el estigma sobre ellas es doble, “mujer y borracha”, cuesta mucho que den el paso.

Las mujeres que vienen a Acali a pedir ayuda lo hacen solas, sin que nadie se entere, mientras que los hombres vienen acompañados de sus parejas, de sus familiares.

Según la encuesta de Edades, un 68 por ciento de los jóvenes beben.

Y cada vez antes. Aquí atendemos a jóvenes desde 15 años hasta adultos de 70 y, cada vez más, consumen alcohol y cocaína. La cocaína no ha descansado ni con el confinamiento, los camellos la repartían por las casas. Es muy preocupante lo fácil que es conseguir cocaína entre los jóvenes, está al alcance de cualquiera. Cada vez más, la ingesta de alcohol va de la mano al consumo de esta sustancia. Y el aumento de los locales de juego y apuestas también es un peligro para los más jóvenes, ya hemos tratado a pacientes con esta adicción

Las adicciones van asociadas a trastornos como la depresión, “principal causa de discapacidad en el mundo”, según la OMS, ¿sería necesario tener protocolos de detección precoz de adicciones en la Sanidad Pública?

Todos los enfermos que llegan a Acali vienen con síntomas depresivos. Quien recurre al alcohol es alguien que necesita ayuda, bien porque no es capaz de hacer frente a situaciones familiares, de desempleo; porque no sabe socializar sin beber una cerveza, una copa. Por eso Acali ofrece, además del seguimiento médico con sueros para desintoxicarse y el posterior tratamiento, siempre según lo prescrito por el médico de Atención Primaria, terapias psicológicas para el enfermo y sus familiares.

Es importante concienciar que un enfermo de alcoholismo lo va a ser siempre y, sobre todo, desde mi experiencia como familiar de uno y por todos los casos que tratamos en Acali, un alcohólico es quien bebe hasta perder el control a diario y quien lo hace una vez al año en la cena de Navidad.

Todavía no nos hemos enterado que quien no es capaz de controlarse bebiendo tiene un problema que puede derivar en alcoholismo, una enfermedad devastadora para quien la padece y para quien le rodea.

¿Cómo debería actuar el entorno, familiares, amigos, compañeros de trabajo si detectan adicción o riesgo?

La conducta de un alcohólico cambia, suele tener cambios bruscos de humor cuando bebe, agresividad, sino física, sí psicológica con sus parejas o las personas con las que convive. Como comentaba, en las mujeres es más difícil detectarlo porque beben solas y son capaces de llevar para adelante su familia sin que se note.

Pero son señales de alerta necesitar beber a diario, salir y no controlar, ocultar que se ha bebido.

Para Acali también es muy importante la detección en los médicos de Atención Primaria, que nos derivan a pacientes. Les diría a las familias que recurrieran también a ellos al menor síntoma de riesgo.

La terapia que ofrecen en Acali abarca tanto a enfermos como a familiares, ¿cuáles son las necesidades fundamentales de quien convive con un enfermo?

Apoyo psicológico, vienen hundidos. También les proporcionamos talleres para saber afrontar la convivencia con la persona enferma. En el caso de las mujeres cuyos maridos o parejas beben es más complicado, porque suele haber situaciones de maltrato, al menos psicológico y el trabajo de empoderamiento es muy difícil.

Actualmente, la vida social está limitada, ¿han disminuido los pacientes de Acali?

Al contrario, con el confinamiento han aumentado las recaídas. Enfermos – Ruiz considera que un alcohólico lo es siempre aunque deje de beber- que ya no consumían han vuelto a beber alcohol; no había más que ver las estanterías de las cervezas vacías en los supermercados.

El confinamiento ha supuesto pérdida de empleo, cierre de negocios, también estar encerrado con la familia a personas que quizá solo estaban en casa a la hora de comer y dormir. El aumento de la ansiedad ha hecho que recurran al alcohol pacientes que se habían desintoxicado.

Además de las sesiones psicológicas, la entidad cuenta con otras actividades. ¿Cómo están adaptando los talleres y las sesiones grupales a las restricciones sanitarias actuales?

Hemos adaptado el horario de los talleres, establecido los protocoles de higiene, desinfección y distancia de seguridad, pero las atenciones psicológicas no se han parado durante la pandemia, aunque los psicólogos hayan realizado sus consultas online.

Acali no puede desatender a los usuarios porque está en riesgo su salud y la de sus familias.

A lo largo de sus años de atención psicológica en Acali, ¿qué historias de superación le han marcado más?

Todas las familias con un enfermo alcohólico quedan devastadas. Sean adultos, jóvenes, mujeres. Son dramas familiares. Quizá los más jóvenes son los casos más doloros porque apenas han comenzado a vivir.

Pero desde Acali lanzamos un  mensaje de esperanza, se puede dejar el alcohol, es difícil, porque en todos los momentos de la vida está presente, pero es posible disfrutar de la vida, de los amigos, de la familia, de las aficiones, de una forma sana.

En diciembre se cumplen tres años de la ampliación de las instalaciones de Acali donde la clínica se aumentó con sala de terapias, ¿cómo está siendo esta nueva etapa?

Esta nueva etapa está siendo muy ilusionante. Ya contamos con una clínica de hospitalización para el tratamiento de adicciones en la finca El Encinar, en la Carretera N-432 donde los enfermos recibirán tratamiento individualizado y grupal para, como reza nuestro lema, “el inicio de una nueva vida”.

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