CESCO - PROYECTO HOMBRE

«La adicción a las compras compulsivas es algo habitual»

La oenegé se centra en las nuevas adicciones y el nuevo perfil del drogodependiente, que vive una doble vida escondiendo sus problemas

La labor de Proyecto Hombre, que forma parte del Centro Español de Solidaridad de Córdoba (Cesco), no tiene barreras. Por un lado, realizan programas de rehabilitación y tratamiento para personas con proBlemas de adicción y por otra parte hacen un gran esfuerzo por difundir la prevención. Están presentes en centros educativos, en barrios y también en cárceles. Profundizan en cada una de las realidades para cambiar los hábitos perjudiciales por un «reenganche» a la sociedad.

—¿Qué recursos de rehabilitación ofrece la asociación en Córdoba y provincia?
—En cuanto a programas de tratamiento, tenemos modalidad residencia, para usuarios que se encuentran en la etapa intermedia de su proceso y se trabaja en comunidad terapéutica. Contamos con otro programa ambulatorio de asistencia al centro y un recurso de seminarios y grupos de autoayuda. Por otro lado están también los programas de prisión.

—¿Cuál es el denominador común que lleva a una persona a la adicción a un hábito perjudicial?

—Una persona que desarrolla una adicción habitualmente tiene una serie de carencias en su desarrollo madurativo y cuando se encuentran ante la dificultar para afrontar una situación, buscan algo que les reporte sensación de superación sin afrontar el problema. Entonces crean un hábito que les llena el vacío y de ahí surge la adicción. Cuando hay falta en el conocimiento para la resolución de conflictos, cuando hay necesidad de gestión emocional o cuando se carece de normas y límites y en general faltan los valores. Y esto es cada vez más frecuente.

—¿Cómo han cambiado las adicciones con el cambio del contexto social en el que se producen?

—Ahora atendemos de forma habitual adicciones al sexo, a las redes sociales y al juego online. Es algo atípico porque no son muchas personas con estos problemas las que se acercan a pedir ayuda. La adicción a las compras compulsivas, por ejemplo, se ha convertido en más habitual. Gastar el dinero en cosas aunque sean innecesarias porque el hecho de comprar les produce la sensación placentera que buscan.

—¿Cuáles son las necesidades más frecuentes que atienden en la provincia?

—Por lo general acuden a nosotros personas de clase media que no mantienen un puesto de trabajo estable, sino que enlazan contratos temporales, padres de familia con hijos que empiezan con un consumo de fines de semana de droga y alcohol y al final no saben cómo dejarlo. Pero nos pueden llegar personas de cualquier estatus y perfil. Por eso el trabajo de prevención es tan amplio.

—¿También ha cambiado el perfil del consumidor-adicto?

—Por supuesto. Todos tenemos la imagen del toxicómano que físicamente muestra su adicción a través de la degeneración física y la dejadez y que además vive en la calle. Pero desde hace una década la tónica ha cambiado a personas que no están desestructuradas y que mantienen una doble vida en la que por una cara viven sus relaciones familiares y sociales y por otra caen en el consumo.

—¿Cuál es el alcance de Proyecto Hombre y con qué recursos cuenta?

—Atendemos a unas 760 personas al año más sus familias y nuestra financiación proviene de subvenciones de la administración pública, apoyo de entidades y la labor importantísima del voluntariado.

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