TELÉFONO DE LA ESPERANZA

Josefina Santos: «Hay que afrontar los problemas en lugar de recurrir a las pastillas»

En el Teléfono de la Esperanza preocupa que el perfil mayoritario de usuario que marca este número es de edad media y joven, huyendo de la soledad y la ansiedad

Cuando suena el Teléfono de la Esperanza siempre hay una respuesta. Es un número de atención constante en el que se encuentra siempre a alguien dispuesto a escuchar. Los datos de llamadas que reciben revelan una paradoja de nuestro tiempo: en la era de la hiperconexión, de la hegemonía de las redes sociales, es cuando más solos nos sentimos. La delegada de esta entidad en Córdoba, Josefina Santos, comenta estas cifras y cómo trabajan la comunicación al otro lado del auricular.

—¿Qué función tiene el Teléfono de la Esperanza?

—La entidad nace con la misión de cuidar la salud emocional de dos formas básicas, por un lado con la atención telefónica de forma permanente realizada por orientadores, que son nuestros voluntarios, y por otro lado a través de la formación con talleres y actividades que promocionan la salud emocional.

— ¿Qué es lo más difícil de una tarea tan sencilla: coger el teléfono?

—Nosotros no juzgamos ni aconsejamos, nos dedicamos a la escucha activa. Y esto es algo que hoy en día casi no se realiza. Somos voluntarios que nos llamamos orientadores porque ese es nuestro papel, orientar a la persona que llama a que encuentre sus propios recursos para llegar al bienestar. Nos formamos durante más de un año en el desarrollo de la persona y en escucha activa.

—¿Qué cualidades especiales tienen estos orientadores?

—Como todo voluntario, la honestidad. La selección de orientadores es natural, de ahí que pasen por las formaciones cientos de personas pero ahora mismo estamos 30. Cuando uno termina de conocer cómo tiene que hacer esta labor, acaba diciendo quiero o no quiero coger el teléfono. Esta tarea no es sencilla porque lo mismo te dicen que quieren contarte algo que les ha pasado como que te dicen que se han tomado un bote de pastillas para morir. También estamos formados en atención de estos casos de crisis.

—¿Se recurre con frecuencia a este número para desahogarse?

—En el último año en Córdoba hemos atendido 3.500 llamadas, un 50 por ciento más que el año anterior. El teléfono cada vez se conoce más pero también hay mas necesidad y nos alegra saber que el 80 por ciento de los atendidos expresa satisfacción con la atención. Entre los datos que tenemos, el 50 por ciento de llamadas las realizan personas de entre 45 y 65 años, el otro 50 por ciento lo realizan personas mayores o incluso más jóvenes. Lo cierto es que hay gran necesidad de escucha por parte de las personas de mediana edad.

—¿Qué problemáticas son las más repetidas?

—La primera es la soledad, seguida de la depresión, la ansiedad y la crisis de proyecto vital, donde entran las crisis suicidas.

—¿Cómo se ayuda sólo con la voz?

—Siempre les hablamos de expresar sus emociones, de contar lo que les ocurre. Y tratamos de que encuentren sus propios recursos. En la época en la que vivimos, en la que se busca la inmediatez de tomarte un medicamento o de querer un remedio instantáneo, tratamos de que la persona aprenda a pasar ese sufrimiento, ese duelo. Hay que afrontar los problemas en lugar de recurrir a las pastillas como solución.

—¿Qué nuevos proyectos plantean?

—Este año queremos entrar en los colegios para trabajar la comunicación no violenta o saludable y trabajar más para la prevención de los suicidios.

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