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Eva María, voluntaria de Fundación Cruz Blanca: «Hay que tener ganas de decir voy a ayudarles y a poner todo de mi para darles lo mejor»

Eva María, graduada en Filología Hispánica, ayuda a los inmigrantes a aprender español

Todavía tiene algunas obligaciones con la Universidad de Córdoba para terminar su grado en Filología Hispánica pero Eva María ya tiene ganas de poner en práctica su vocación y lo hace de forma altruista, colaborando con la Fundación Cruz Blanca. Ayuda a inmigrantes «a aprender español como lengua extranjera, para su uso diario, encontrar trabajo y en definitiva hacerles un poco más fácil su llegada a España», cuenta la joven.

Su actividad forma parte de los programas O’Camblache y Entabán que la Fundación lleva a cabo con personas locales o extranjeras en situación de vulnerabilidad como proyectos complementarios a la labor de intervención que se realiza desde hace muchos años en la Casa Familiar San francisco de Asís. En este caso, «se les enseña vocabulario, frases o temas que sean importantes para ellos», que les permitan hacerse un hueco en el mercado laboral y poder desarrollarse.

Para Eva, ser voluntaria es también una forma de adquirir experiencia en su campo profesional trabajando con un colectivo que hace su trabajo doblemente gratificante. Esta colaboración es «muy amena», sus «alumnos» son muy buenos e incluso afirma que «es más fácil enseñarles a ellos que a otras personas escolarizadas. Aprenden muy rápido sobre todo palabras que les llaman la atención, raras». Un trabajo «bonito», en opinión de Ana María, pero sobre todo muy valioso puesto que les está proporcionando la herramienta de comunicación y entendimiento en un territorio desconocido.

Para desempeñar este papel, «se necesita mucha paciencia porque cada persona es un mundo. Unos necesitan que les dediques más tiempo que otras», por ejemplo, pero también se necesita «cariño» porque «han llegado a un sitio nuevo, sin recursos». Esas son dos cualidades que la joven estudiante considera fundamentales para ser voluntaria. Eso, y «tener ganas de decir voy a ayudarles y a poner todo de mi para darles lo mejor», añade.

Ella tomó las ganas de su familia, porque su madre participa en varios programas de la Fundación como voluntaria y ya viviendo en Ceuta acudía a su centro donde sintió el «afán de querer ayudar a otras personas». Ahora toma las riendas de una clase muy particular donde además de enseñar español va a aprender la entrega a los demás.

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