Un abrazo sin etiquetas
Sentían frío, algo de timidez y sobre todo incertidumbre sobre qué iban a experimentar con los ojos tapados esperando abrazos en el centro de Córdoba. Antonio, Mati, Fernando y Nerea son cuatro vecinos del barrio del Guadalquivir y la calle Torremolinos que ayer se plantaron frente a los posibles prejuicios ofreciendo abrazos para que los cordobeses de otras zonas confraternizasen con ellos.
«No son abrazos fríos, sino cariñosos, que te demuestran que estamos aquí, que somos iguales. Es muy emocionante», relató Nerea, de 13 años, que se siente excluida en el instituto por vivir en zonas desfavorecidas. Laura y Ana, dos jóvenes que paseaban por la calle Concepción, fueron a abrazarle porque sintieron tristeza al leer su cartel. «No hay motivos para apartar a las personas porque vivan en un sitio u otro. Lo que nos diferencia a unos de otros que viven en peores circunstancias sólo es la suerte», explicó Laura.
En cada abrazo, del centenar que se dieron en la puerta de la iglesia de San Nicolás, había un poco de pena, un empuje de compasión y un sentimiento reconfortante que se reflejaba en los rostros. «Se me ha puesto el vello de punta», dijo Jesús. «Me he acercado porque he pensado que un abrazo no cuesta nada, que por qué no, pero me llevo una lección. Y es que hay que borrar los prejuicios», reflexionó. Con él estaba Marta, que reconoció que de no ser por la actividad, sabiendo de dónde provienen estas personas, no se habría acercado de este modo. Este era el objetivo que quería lograr Encuentro en la Calle, según contó el trabajador social Manuel Moreno.
«En las zonas de transformación, como son el barrio del Guadalquivir o la calle Torremolinos, hay personas que quieren formarse y que quieren trabajar pero son invisibles a la sociedad simplemente por el lugar en el que viven», explicó Moreno. «Las etiquetas están haciendo daño a las personas y Córdoba tiene mucho trabajo por hacer en este sentido», añadió el trabajador social, cuya área de intervención con la asociación está precisamente en estos barrios marginales, considerados entre los distritos más pobres de España.
Desde la institución, señalaron que es importante que se conozca la realidad de estos barrios de la ciudad, donde además de las barreras estructurales de pobreza y falta de recursos se levantan las sociales de rechazo. Fernando, de 18 años, se colocó detrás del cartel que hablaba de su día a día: «Por vivir en zonas desfavorecidas piensan que soy delincuente, absentista, problemático, adicto... ¿te quedas con el estereotipo?».
Pero por cada abrazo, que también le emocionaba, sentía la «aceptación» a conocerle y a «eliminar prejuicios». Eduardo, que paró en su camino al ver un grupo «misterioso» con antifaz y carteles, quiso transmitirles su «apoyo» en ese encuentro abrazados. «Porque creo que hace falta mucho cariño. Vivimos en constantes enfrentamientos, en la adversidad, sacamos mucho genio y mal humor que no nos lleva a ninguna parte», explicó el hombre, que consideró una buena iniciativa la actividad.
La escena era llamativa y congregó, conforme avanzaba la tarde, a más personas que se detenían a preguntar, desde la lejanía, por qué cuatro personas con los ojos tapados estaban apartadas, de pie y a la espera. Esa es su realidad como invisibles en la sociedad, en un lugar apartados, lejos de participar, aunque ayer fueron los protagonistas, subrayaron los organizadores.
La actividad de Encuentro en la Calle hizo reflexionar a muchos pero además a estos vecinos les regaló una buena dosis de cariño y de energía para su autoestima, para que a la hora de volver a sus barrios recuerden que hay abrazos que devuelven la igualdad.