Suman más de tres décadas de labor altruista y su trabajo, de mujeres para mujeres, no tiene más fin que proteger la vida. Mujer y maternidad es una de las líneas de trabajo de Adevida, porque es también una causa de vulnerabilidad en los entornos más desfavorecidos. «Apoyamos a embarazadas y madres con dificultades para que vivan un proceso de maternidad digno», expresa la presidenta de la asociación, Maribel Guerrero.

Los tiempos han cambiado, dice la trabajadora de Adevida Emma Alvandor, recordando los inicios de la entidad en los ochenta. «Había mujeres que decían en su casas que estaban encinta y las echaban. Por entonces unas mujeres se ofrecieron para ser sus acompañantes y así se inició el grupo que después fundó Adevida. Iban juntas al médico, acompañaban a las jóvenes incluso a dar a luz y hasta las acogían en sus hogares si era necesario. Hoy, aunque sus situaciones económicas sean complicadas, no se quedan sin techo, sino sin cariño o recursos, pero sigue existiendo el aislamiento de la mujer por la maternidad».

La reflexión de Alvandor se puede ilustrar con las palabras de Manoli Cano. Una mujer de 36 años que espera con ilusión su séptimo hijo. Acude a Adevida desde su primer embarazo, cuando tenía 15 años y llegó de la mano de su madre, que ya conocía la ayuda que presta la entidad. «La gente te dice que si no puedes, para qué traes niños al mundo, pero ellos no conocen tus circunstancias. Las puertas se te cierran con el embarazo, te ponen mil excusas a la hora de contratarte para un trabajo o incluso te echan, como me pasó a mí. Tampoco he contado con el apoyo de mi familia y Adevida para mí significa todo», explica Cano con agradecimiento.

La ayuda en su caso, aparte de comida, pañales y ropa para sus hijos, ha sido aún mayor. Le han transmitido apoyo y ánimo para formar su familia. «Yo no pensaba tener tantos niños... incluso hay momentos en que dudas si seguir adelante con el embarazo por la situación, pero vienes aquí y se te quitan los malos pensamientos», recuerda la usuaria.

Maribel Guerrero confirma que el matiz de «segunda familia» está en el ADN de la organización. «Hacemos una labor integral porque cada madre tiene necesidades personales y sus circunstancias particulares. Lo que queda patente es que ante una situación de necesidad, la maternidad las hace aún más vulnerables». Para más detalles, Alvandor especifica que las usuarias «generalmente provienen de trabajos de economía sumergida, que no les da derecho a prestación ni baja por maternidad, incluso hay casos en que les abandonan sus parejas y no cuentan con apoyo familiar, lo que las deja en auténtico riesgo de pobreza».

Por eso Adevida ha evolucionado desde el acompañamiento o el ofrecimiento de hogar que prestaba en sus inicios,  hasta la asistencia social que gestiona en la actualidad sin olvidar la atención personal. En esta misión, Alvandor se encarga de conocer la situación de cada mujer gestante o madre para valorar la necesidad. Les dan semanalmente alimentos, ropa si la necesitan, material de puericultura y sobre todo tiempo para escucharlas y algunos consejos a través de talleres y actividades organizadas.

«Algunas sólo necesitan llorar y otras piden aclarar el rumbo de su vida», apunta como trabajadora social de Adevida. Esta labor de acompañamiento la realizan sobre todo mujeres porque conectan «de forma especial» con las usuarias, aunque reconocen que cada vez cuentan con más hombres que colaboran y que se entregan con la misma sensibilidad.

Además de esta atención, Adevida cuenta con numerosos voluntarios que colaboran en el logro de recursos de diversas formas. Una de ellas es mediante la organización de su tradicional Baratillo con las ediciones de Navidad y primavera. Para estos eventos ponen a la venta y rifan artículos que son donados o incluso restaurados por los propios equipos de la organización. Todas las colaboraciones comparten el objetivo de defender la vida.