La experiencia de correr el Maratón de Nueva York con diabetes

El testimonio de un corredor que en el Día Mundial de la Diabetes hace visible su convivencia normalizada con esta enfermedad

La diabetes se hizo presente en la vida de Tomás Rodas en un control rutinario de su empresa. Él ya era deportista, aficionado a las carreras y hoy sigue siéndolo además de tesorero de la Asociación para la diabetes de Córdoba (Adicor). El cambio en su día a día llegó con ese diagnóstico pero no ha sido una barrera para seguir cruzando metas, incluida la de Nueva York el año pasado o recientemente la media de Behobia - San Sebastián.

En el Día Mundial de la Diabetes, Rodas y todos los enfermos quieren hacer visible la transformación de sus vidas cuando dependen del control de sus niveles de glucosa, pero no como un obstáculo, sino como una nueva condición. Es en la práctica de deporte, y especialmente de alta intensidad, donde existen más miedos para los diabéticos. Precisamente Rodas ha acompañado a una corredora en San Sebastián en su segunda carrera desde que fue diagnosticada. La inseguridad y la incertidumbre no se apoderaron de ella, que tuvo la ayuda y motivación de un corredor muy experimentado.

Es evidente que la forma de correr cambia. «Mientras el resto de participantes se centra en la carrera, yo voy centrado en ver además cómo van mis controles de glucosa porque el gasto que hace el cuerpo es anormal e impredecible. He tenido pruebas en que he necesitado injerir más azúcar que en otras», apunta Rodas. Y este control para él es relativamente sencillo con su bomba de insulina que le avisa cuando los niveles están bajos, «pero en pleno ejercicio físico la medición puede fallar», asegura.

Así que de vez en cuando se ve obligado a parar para hacerse un control de azúcar en sangre, «el pinchazo que todo el mundo conoce», que en numerosas carreras puede realizarse en los puestos que instala la organización. En su participación en la maratón de Nueva York de 2017, hizo uso de estas instalaciones cada cinco kilómetros porque tuvo la mala suerte de que al bajar del avión se le estropeó la bomba de insulina. «Esto hizo que perdiera mucho tiempo, entre detenerme y explicarles en inglés que era diabético y que tenía que hacerme la prueba. Pero opté por mi seguridad», explica el secretario de Adicor.

Grupo de participantes en La Behobia - San Sebastián 2018

Esta era ya su sexta maratón y conocía perfectamente síntomas y consecuencias posibles de no mantener los niveles correctos de glucosa. Recuerda que «el debut en una carrera con diabetes es muy fuerte porque se producen grandes bajadas y también grandes subidas ya que en el momento de estrés de la competición el cuerpo suministra glucagón que es una bomba de glucosa». El comportamiento del cuerpo es impredecible pero no limita la participación. Si bien Rodas reconoce que es más complicado detectar los síntomas de la bajada de azúcar cuando se está en la excitación del ejercicio porque de por sí puedes encontrarte cansado. Según ha experimentado, «en carrera se cambia el ritmo y aparecen síntomas de mareo, cuesta avanzar y se nota que el cuerpo se viene abajo», pero esto puede cambiar en cada persona.

La seguridad para Rodas y el resto de diabéticos se la da la experiencia, cuando uno conoce algunas reglas básicas de su cuerpo. «Yo sé que tengo que salir con niveles altos de glucosa y que cada diez kilómetros dando caña tengo que hacerme un control. Hay personas que tienen que medírselo antes o incluso quienes apenas se lo miran. Pero ante todo está la seguridad del bienestar», revela el deportista.

El tesorero de Adicor se siente orgulloso de haber aportado confianza a la joven en San Sebastián para continuar con su actividad deportiva. Para Rodas "lo importante es recordar que llevando una alimentación equilibrada, haciendo ejercicio y realizando controles", la diabetes es una carrera ganada.

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