Neuropsicólogos de Loyola mejoran la detección temprana de los déficits en personas con esclerosis múltiple
Un equipo de neurólogos y neuropsicólogos liderado por los profesores e investigadores de la Universidad Loyola, con la colaboración de la Unidad de Demencias y Deterioro Cognitivo del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, han desarrollado un procedimiento que mejora la evaluación de la pérdida de capacidades cognitivo-motoras en pacientes con esclerosis múltiple.
El trabajo establece un procedimiento de detección temprana y conjunta de los déficits cognitivos y motores nunca antes realizado de esta forma, y más adaptado a la vida real de las personas que padecen esta enfermedad. Con esto cabe la posibilidad en un futuro de establecer mecanismos de detección precoz y herramientas para prevenir complicaciones en esta enfermedad neurodegenerativa.
Está demostrado que los pacientes de esclerosis múltiple que se encuentran en un proceso inicial de la enfermedad presentan una serie de déficits cognitivos además de las dificultades motoras asociadas a la enfermedad. Pero hasta el momento no existe un procedimiento capaz de detectar la relación entre estos dos tipos de déficits de manera conjunta.
Según explica la investigadora principal del artículo, Bárbara Postigo Alonso: “Hay una serie de dificultades relacionadas con el rendimiento cognitivo que algunas veces van asociadas a déficits motores también, como por ejemplo la incapacidad de realizar dos tareas al mismo tiempo como andar y hablar por teléfono a la vez. Son dificultades que interaccionan habitualmente y se detectan en estadios tempranos de la enfermedad, pero hasta el momento no se han desarrollado estrategias consolidadas para detectar la interrelación de los dos tipos de deterioro y su relación con el progreso de la enfermedad”.
Para desarrollar el estudio, los científicos han trabajado con una muestra de 23 pacientes en estadios tempranos de la enfermedad, y se han comparado con 24 personas sanas. El proceso ha consistido en una evaluación de cada persona de forma dual midiendo los dos parámetros de interacción de acciones cognitivas y motoras. Se les han prácticado pruebas neuropsicológicas a través de una serie de tests y el análisis se ha completado con una prueba de electroencefalograma a cada paciente.
Dicho estudio titulado “The effect of prioritization over cognitive-motor interference in people with relapsing remitting multiple sclerosis and healthy Controls”, publicado en la revista Plos One, ha arrojado datos relevantes sobre la combinación de tareas cognitivas y motoras, y ha permitido delimitar las pruebas a utilizar de forma que los resultados obtenidos son más exhaustivos y mejoran los datos acerca de la interacción que se produce entre los dos tipos de deterioro en los pacientes con esclerosis múltiple.
Segunda causa de discapacidad en jóvenes
La esclerosis múltiple, enfermedad degenerativa, inflamatoria y desmielinizante del sistema nervioso central, es la segunda causa de discapacidad actualmente en adultos jóvenes de entre 20 y 40 años. Tanto los déficits motores como los cognitivos son reconocidos en dicha enfermedad, pero hasta el momento se han evaluado de manera independiente, e incluso no se detectan los deterioros cognitivos en fases muy tempranas de la enfermedad.
Las pruebas habituales son realizadas en el contexto clínico y están disociadas de las actividades habituales que el paciente realiza en su vida diaria. Según explica en este sentido Bárbara Postigo: “La combinación de actos como el simple caminar, compite de alguna forma a nivel cerebral con los recursos cognitivos, con lo que la realización de una de las tareas puede provocar el emporamiento de otra. Y esto puede ser un indicardor clave del deterioro cognitivo asociados al proceso neurodegenerativo de esta enfermedad”.
El trabajo, además de contar con la colaboración del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y de asociaciones de enfermos de esclerosis múltiple, está sujeto a un convenio de colaboración con el IMIBIC (Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba). El estudio además está financiado con una beca predoctoral de la Universidad Loyola.