Ni maleducado ni pedante: algunos comportamientos de personas con Asperger que hay que comprender
El síndrome de Asperger es un trastorno difícil de identificar en las relaciones sociales. No tiene signos físicos visibles, sino que produce alteraciones de conducta y carácter, y esto lleva a la incomprensión y mala interpretación si se desconocen las características del síndrome. El presidente de Asperger Córdoba, José Manuel de Siles, padre de un chico con Asperger, recoge algunos de los signos y comportamientos que llevan a confusiones en la vida cotidiana y por tanto a ponerle etiquetas a estas personas y su forma de ser.
Para empezar, el síndrome de Asperger «ha desaparecido como tal», puntualiza, ya que se engloba dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA). En España hay unas 450.000 personas con TEA, de estas, se estima que entre un 18 y un 25% tienen este síndrome. En Córdoba se ha contabilizado la cifra de unos 1.000 diagnosticados pero de Siles no tiene datos actualizados ni más concretos.
Lo primero que se le «reprocha» a una persona con Asperger es su «falta de empatía con las personas de su generación», reconoce el presidenta de Asperger Córdoba. «Generalmente se sienten más cómodos con niños, ya que se sienten protectores, o con personas mayores que tienden a la seriedad», aclara de Siles.
Y es que esa «seriedad» que buscan, está motivada por la «rigidez» que muestran en su comportamiento las personas con este síndrome. «No les gusta la espontaneidad. No se muestran receptivos ante estímulos, sonidos... ni se abren a la interacción porque sí. Buscan su seguridad en rutinas, comportamientos repetitivos y saber en todo momento lo que van a hacer», apunta José Manuel.
El mismo, como padre de un joven con Asperger, señala que su propio hijo, por ejemplo, si va a realizar una excursión, «hace muchas preguntas: cómo vamos, a dónde vamos, cuándo comemos y qué vamos a hacer exactamente. Esto es lo que les tranquiliza, conocer toda la información porque hay estímulos que no recibe».
José Manuel señala también como importante el lenguaje que utilizan, que es «directo, claro y preciso». Esto, de hecho, asegura que le viene bien en su día a día. «Te pide que digas las cosas tal y como son, que busques las palabras adecuadas. Ellos mismos al hablar lo hacen y por eso pueden parecer pedantes. Especialmente si conocen un tema, han leído cosas y se han interesado, utilizan el lenguaje más preciso que conocen».
Esta circunstancia lleva incluso a la dificultad de manejar el humor. «Se mueve en la literalidad de las cosas. Y por ejemplo si le dices: "pégate a mí", lo entiende como golpear, pegar, y no acercarse», apunta de Siles como anécdota.
También ocurre que se les tacha de maleducados si no contestan a interpelaciones o si se muestran ausentes en reuniones o conversaciones. «Es que simplemente no les interesa. Están en sus cosas y cuando oyen algo relacionado con un tema que sí les gusta, entonces participan», aclara el presidente de Asperger Córdoba.
La clave para comprender la forma en que se relacionan y se comunican las personas con Asperger está en la paciencia, el respeto, la comprensión... «Se aprende a vivir con ello. Ellos mismos tienen que hacerlo, ser conscientes de sus posibilidades, controlar la frustración, la ansiedad... tienen facultades distintas y se relacionan de una forma diferente», reflexiona de Siles. Nada más.