La tasa de desempleo de jóvenes discapacitados es muy alta y se concentran en Andalucía
Andalucía es la comunidad autónoma con mayor número de desempleados jóvenes con discapacidad en España, un 22,8 % del total, según el informe «Jóvenes con discapacidad, motor de futuro», divulgado con motivo de la celebración del Día Internacional de la Juventud. Más de 2.000 jóvenes discapacitados andaluces buscan empleo. Suponen el 1,6% total de parados menores de 25 años en la región pero preocupa que esta cifra disminuya a un ritmo más lento que el del resto de jóvenes que van encontrando una ocupación. Estas son algunas de las conclusiones obtenidas por la Fundación Adecco y JYSK en su tercer informe sobre la situación de este colectivo.
Según el director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero, Francisco Mesonero, «para garantizar un futuro igualitario, en el que los jóvenes con discapacidad tengan las mismas oportunidades, es vital trabajar en el presente. Por un lado, sensibilizando a las empresas y acercándoles su talento; y, por otro, empoderando a los jóvenes para que su discapacidad no se convierta en un hándicap, sino que puedan transformarla en una ventaja competitiva o impulso para incrementar sus oportunidades de empleo».
En general, la tasa de actividad de los jóvenes con discapacidad es muy baja: sólo el 28% tiene una ocupación, de lo que obtenemos que el 72% no tiene empleo ni lo busca. Y aunque Andalucía presenta el mayor número de este colectivo, le sigue Cataluña, la Comunidad Valenciana y la Comunidad de Madrid. También es significativo que a nivel nacional, la mayor parte lleva más de un año buscando empleo sin éxito, esto es, parado de larga duración. Con hasta un 13% que supera los dos años.
Una de las principales barreras estaría en la formación, que en este grupo de personas es considerablemente inferior a la del resto de parados. Sólo dos de cada cien cuenta con estudios universitarios y hasta un 11% acredita situación de analfabetismo. El perfil más repetido es el de varones con discapacidades físicas, seguidos de las personas que presentan discapacidad psíquica.
El primer diplomado europeo con síndrome de Down, Pablo Pineda, embajador de la Fundación Adecco, apuesta por un modelo de educación inclusiva que reduzca esta brecha formativa: «el problema es que muchas personas con discapacidad, especialmente intelectual, terminan su formación con 18 años y su única alternativa es un centro ocupacional o Centro Especial de Empleo». El valor de la educación inclusiva estaría en ofrecer alternativas adecuadas a las circunstancias de cada persona. «Así las personas con discapacidad podríamos alcanzar la plenitud educativa haciendo una FP, con un certificado de profesionalidad o mediante otras fórmulas intermedias», añade Pineda.
A pesar de que la cifra andaluza es la más alta de España, hay que subrayar que nos encontramos en una tendencia de descenso motivada por la mejora de la salud del mercado laboral y el paulatino cambio de mentalidad por parte de las empresas. También hay que agradecer a la irrupción de tecnologías inclusivas en la dinámica del trabajo, que posibilitan el desempeño de más actividades a personas con discapacidad, así como la decisión por su parte de prolongar la etapa formativa, lo que de algún modo persigue equiparar sus oportunidades profesionales con las de sus coetáneos.
No obstante, según Mesonero, «a pesar de la mejora de las cifras del desempleo, los jóvenes con discapacidad siguen encontrando mayores dificultades en el mercado laboral debido, aún, a la existencia de prejuicios y estereotipos en las empresas, así como a barreras psicológicas que les frenan tanto a la hora de estudiar como de encontrar empleo».