Terminan las «vacaciones en paz» de Aliha Mohamed con su familia de acogida en Córdoba

No es su cumpleaños pero Aliha Mohamed va a tener una fiesta de celebración con amigos y una tarta. Sabe, por los recuerdos de su hermano, que cada verano que ha pasado en Córdoba ha tenido una fiesta así y ella quiere otra ahora que le ha tocado el turno de viajar. Aliha es es una de los 137 niños saharauis que han llegado este verano a Córdoba con el programa “Vacaciones en paz” de la Asociación Cordobesa de Amistad con los Niños Y Niñas Saharauis (ACANSA).
Como cada año, familias cordobesas (y de toda España) acogen en sus hogares a niños procedentes de los Campamentos de Refugiados de Tinduf (Argelia) durante los meses de julio y agosto para procurarles un cambio en su realidad. “Se les brinda la oportunidad de tener una revisión médica, mejoran su alimentación con las familias y se produce un intercambio cultural para ambas partes”, explica el responsable de este programa y miembro de la Junta Directiva de ACANSA en Córdoba, Antonio Palma.
Aliha está pasando el verano en su casa, en dos años anteriores lo hizo su hermano como tantos otros niños que ha acogido esta familia desde 1996. Su programa es fundamentalmente de ocio, con actividades en las que participa todo el grupo de niños que ha viajado más los hijos de las familias.

“Recepciones institucionales en el Palacio de Viana, el Jardín Botánico, visitas a las piscinas municipales de Almodóvar, Villafranca, Peñarroya y hasta una concentración reivindicativa por autodeterminación del pueblo saharaui en Málaga", según detalla Palma. También han podido disfrutar de clases de fútbol con la Fundación del Córdoba C.F.
Son muy importantes las visitas al médico que realizan en estos días. Algunos niños han repetido viaje este año porque tenían pendiente unas revisiones que en su país no le hacen. También es muy positivo el aprendizaje de hábitos saludables, la toma de contacto con la alimentación sana y equilibrada y además el aprendizaje el español. Los pequeños que viajan son los que han cumplido ocho años, que tienen su carné con número escolar y pueden disfrutar de este programa hasta los 11 o 12 años.
En casa de Palma, como en el resto de familias, estos menores dejan cosas valiosas como su cariño y agradecimiento y hasta el aprendizaje de su idioma, un dialecto del árabe. Se crea un vínculo entre el niño y la familia tan fuerte como para llevar a los padres de acogida a los campos de refugiados a visitar su entorno y sus familias, cuenta Palma.
Aliha va a celebrar su cumpleaños y muchas cosas más. Y se llevará en su caja de vuelta algo de ropa, material escolar y alimentos no perecederos como aceite, miel o chocolate, para endulzar un poco su vuelta.

Comentarios