Soberbia, avaricia, lujuria, ira... los siete pecados capitales en el secuestro de Maracena
El rapto de una concejal en la localidad granadina esconde un muestrario de sentimientos pasionales que justificarían una serie de televisión
Quién es quién en el secuestro de Maracena que ha puesto contra las cuerdas al PSOE andaluz
El secuestrador de Maracena declaró a la Guardia Civil que Noel López le instó a «dar un susto» a la concejal

La historia del secuestro de Maracena reúne, más allá de sus implicaciones políticas, un cóctel de emociones humanas que justificarían una serie de televisión sobre la trama. Todos los pecados capitales se ven representados en el rapto de la concejal socialista a manos del novio de la alcaldesa, compañera de partido y rival político, con la presunta connivencia de importantes cargos del PSOE. Una historia de ambiciones y celos que expone con crudeza las imperfecciones del alma humana.
Lucha de egos entre dos mujeres
La relación entre la alcaldesa, Berta Linares, y su compañera de grupo Vanessa Romero fue desde el principio un choque de trenes. Los acusados de planear y ejecutar el secuestro reprochaban el carácter altivo de Romero, antigua concejal de Urbanismo y principal candidata a sustituir en la Alcaldía a Noel López cuando éste dejó el cargo para ser designado secretario de Organización del PSOE andaluz. López eligió finalmente Linares como sustituta, y el despecho era una herida sin cicatrizar en el ego de Vanessa Romero, a quien se le adjudicó una concejalía menor, la de la agenda Maracena 2030. Romero desapareció de las fotos oficiales que se colgaban en la web municipal, donde la alcaldesa acaparaba todo el protagonismo. Era cuestión de tiempo que saltasen chispas entre dos mujeres arrogantes que se despreciaban la una a la otra.
Un 'pelotazo' urbanístico por desvelar
Vanessa Romero, la concejal secuestrada, cayó en desgracia en el grupo socialista de Maracena por negarse a firmar unos papeles que consideraba irregulares. La entonces concejal de Urbanismo guardaba desde entonces la carta oculta de desvelar lo que se intuye como un 'pelotazo' inmobiliario de dudosa legalidad que habría generado muchos beneficios. De hecho, el secuestro buscaba 'dar un susto' a la concejal díscola ante el temor de que terminase difundiendo algún episodio oscuro de la gestión municipal. No es descartable que se acabe conociendo qué lucrativa operación urbanística se puso en marcha para calmar la avaricia de algunas personas. Por lo demás, la propia concejal secuestrada también mostró su codicia en un momento de la historia, según se recoge en el sumario: cuando surge el conflicto porque se niega a firmar unos papeles, Noel López le ofreció un puesto de administrativa en Aguasvira, la empresa de mayoría pública que suministra el agua en la comarca, pero Vanessa lo rechazó porque quería «algo con más poder y donde ganase más».
Lo que el Tinder ha unido...
El único detenido por el secuestro de Vanessa Romero es Pedro Gómez Rosa, un vecino de Maracena que tiene una pequeña empresa de globos y que en el momento del delito era la pareja de la alcaldesa. Berta y Pedro se conocieron gracias a la red social Tinder, y tras varios encuentros se estableció una relación que derivó en noviazgo formal. Berta Linares afilió a Pedro al PSOE, un gesto que delata la complicidad ideológica entre ambos. Tras el rapto de Vanessa Romero y la detención de Pedro, Berta apareció llorosa ante los medios de comunicación para anunciar la ruptura sentimental. Lo que Tinder unió lo separó un secuestro.
Ataques de rabia en el hogar conyugal
Pedro Gómez odiaba a Vanessa Romero, lo que sin duda facilitó su disponibilidad para cometer el secuestro. En realidad no la conocía, pero le cogió manía por los ataques de ira que provocaba a su pareja, según explicó a la Guardia Civil y al juez. Las desavenencias entre la alcaldesa y la concejal díscola habían superado los muros del Ayuntamiento y se habían infiltrado en el hogar conyugal. Según se recoge en el sumario, en la misma reunión en la que se planeó el secuestro, Berta Linares aseguró que «no quería ni ver» a Vanessa y deseó su muerte, aunque se impuso la idea de simplemente 'dar un susto' para amedrentar a la edil. El odio hacia Vanessa motivó el deseo de proporcionarle un buen escarmiento.
Micrófonos ocultos en el despacho
La envidia no es ajena a los sucesos de Maracena. Los presuntos inductores del delito consideraban que Vanessa Romero, la concejal rebelde, envidiaba la relación familiar de Berta Linares con Noel López -ambos son primos- y que achacaba a ese vínculo el hecho de que el secretario general de Organización del PSOE-A hubiera elegido a aquella como sucesora. La alcaldesa y su edil de Urbanismo, Antonio García Leyva, estaban convencidos de que Vanessa hablaba mal de ellos, y de hecho pusieron micrófonos ocultos en el despacho de esta para captar sus conversaciones. Las grabaciones refrendaron sus sospechas, lo que incidió en la idea de dar un rapapolvo a aquella compañera disidente.
El rapto se coció en un restaurante
La idea del escarmiento se coció en un restaurante de la localidad. Allí quedaron a almorzar, según se recoge en el sumario del caso, Noel López; la alcaldesa, Berta Linares; su pareja, Pedro Gómez Rosa, y el concejal de Urbanismo y vicepresidente de la Diputación de Granada, Antonio García Leyva, al que todos llaman Nono. En esa comida se va dando forma a la idea y se convence a Pedro para que ejecute el plan. Mientras iban saliendo platos de la cocina se iba perfilando el golpe: en un principio hablan de contratar a unos sicarios ucranianos, pero finalmente se impone la idea de que Pedro acometa el secuestro. Noel tranquiliza al novio de la alcaldesa asegurando que no le podrán acusar de nada, ya que padece un trastorno psíquico, y Nono sugiere comprar una pistola de juguete en Amazon que parezca de verdad.
La chapuza de un flojo
Una vez que se compromete a secuestrar a Vanessa, no se puede decir que Pedro se currase mucho el golpe. De hecho, el rapto fue una chapuza abocada al fracaso. No hubo ni seguimiento previo, ni un plan elaborado, ni se pensó cómo reaccionar ante los posibles imprevistos. Pedro compró la pistola de juguete en Amazon y un cuchillo en una ferretería. El día de autos, y tras haber consumido cocaína que le proporcionó su pareja -la alcaldesa Berta Linares- para «que se envalentonase», abordó a Vanessa Romero en la puerta del colegio de sus hijas, en Atarfe, y le pidió que le llevase al pueblo porque su coche se había quedado sin gasolina. En el trayecto la amenazó con la pistola y el cuchillo y la obligó a llevar el coche a un garaje, donde la ató con bridas y la introdujo en el maletero. Sin saber muy bien qué hacer, se fue a cortar el pelo y a tomar una cerveza. Cuando regresó, la víctima se había liberado dando patadas en el asiento y la Policía estaba en la puerta del garaje. Pedro huyó, pero fue tan perezoso que ni siquiera se marchó del pueblo. Fue detenido horas despues.
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