Tanto la OMS (Organización Mundial de la Salud), así como un gran número de profesionales de la medicina, recomiendan la práctica de yoga y pilates por sus numerosos beneficios para la salud. Pero, también hay que tener en cuenta cómo y dónde se practica ya que, tal y como ocurre en un restaurante a la hora de elaborar un plato para su carta, el chef, la cocina y la calidad del producto, determinarán si es digno de estrella Michelin o simplemente «se deja comer».
El yoga y el pilates, en todas sus variedades, se han convertido, por méritos propios, en una de las actividades más saludables, debido a la gran cantidad de beneficios que nos aporta. A la hora de practicarlo, hay que elegir muy bien el tipo de clase y profesor que mejor se adapte a nuestra edad, condición física y experiencia. Sobre todo, si acudimos como solución o respuesta al dolor de espalda. Un problema bastante habitual en nuestra sociedad debido a nuestro estilo de vida moderno, sedentario y poco saludable.
Según el Global Burden of Disease Study 2010, que es el mayor estudio estadístico sobre el estado de la salud a nivel mundial nunca realizado, el dolor de espalda supone la segunda causa de nuestro malestar (ha subido de la cuarta a la segunda posición en dos décadas).
El hecho de incorporar el yoga o el pilates a nuestras vidsa se ha convertido en una alternativa real y muy efectiva para prevenir, mejorar o solucionar este tipo de malestar. Para sacarle el máximo beneficio a una clase de yoga o pilates hay que tener en cuenta tres aspectos fundamentales:
- La sala donde se realiza la práctica
El espacio ideal sería aquel en la que se pudieran dar las condiciones ambientales óptimas para mejorar nuestro rendimiento y favorecer nuestra salud.
¿Qué buscamos?:
1-Amplificar y optimizar los efectos de la práctica.
2-Disminuir el riesgo de lesión.
3-Prevenir y mejorar determinadas enfermedades o patologías.
4-Mejorar nuestra salud.
Para ello, esta sala debería de tener las siguientes características:
Temperatura: entre los 37 y 40 grados centígrados.
Humedad: entre el 60 y 70%.
Oxígeno: ventilación automatizada mediante recuperador de calor.
¿Qué efectos producen en nuestro organismo?
Los más destacables son:
- La eliminación de toxinas
- Mejora la circulación sanguínea
- Mejora la relajación muscular y mental
- Favorece la concentración y nos ayuda a desconectar
- Hidrata la piel
- La ducha de agua fría
Al finalizar la práctica, la vuelta a la calma y limpieza corporal que supone la ducha con agua caliente es algo habitual en nuestros días.
Sin embargo, menos conocida y algo menos agradable, es terminar esa ducha con agua fría, por debajo de los 10ºC y como óptimo los 5ºC. Un baño o ducha con agua a esta temperatura tiene multitud de beneficios, muchos de ellos desconocidos para la gran mayoría de las personas.
Entre ellos:
1-Elimina o consume “azúcares refinados”
2-Mejora nuestro sistema inmunitario
3-Mejora el estado de ánimo. Al aumentar el nivel de endorfinas nos aporta más alegría y bienestar
4-Mejora el sistema circulatorio, favoreciendo la circulación sanguínea
- La correcta y rápida reposición de líquidos y nutrientes
Después de una práctica que requiere gran cantidad de energía (nutrientes) y en la que se pierde una gran cantidad de líquido (a través del sudor), la reposición de ambos, lo antes y de la mejor manera posible, resulta clave para nuestro rendimiento y salud.
Para cumplir con ambos objetivos, esta reposición debería cumplir dos condiciones:
-Que no contenga sustancias tóxicas
-Que nos aporte nutrientes a nuestro organismo
Una buena solución son los batidos recién hechos de fruta y verdura (ecológica) hechos con agua pura o filtrada.
Para más información:
Vicente Lavalle
Licenciado en Educación Física
Creador del Método Yoga40