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La Semana Santa de la villa histórica de Belalcázar, en la frontera entre dos tierras bien distintas como son Andalucía y Extremadura (bebe su pasado de ambas), hunde sus raíces en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, en consonancia con la etapa histórica de mayor esplendor de Belalcázar, que arranca en el preciso momento en que se crea, por concesión regia, el Señorío de Gahete en 1444, y pasa poco después a ser Condado de Belalcázar; como puede observarse, ese tránsito conlleva también el cambio de nombre de la localidad, pues de Gahete transmutará a Belalcázar (contracción de las palabras Bello-Alcázar).

 

CP BELAL_NTRO PADRE JESUS NAZARENO

 

De ese pasado de esplendor destacan sus tres monumentos más emblemáticos: como representante del poder civil y militar, el Castillo de los Sotomayor-Zúñiga, 2ª mitad del S.XV, con la torre del homenaje más alta de los castillos peninsulares, con sus 47 metros, declarado B.I.C en 2009; como representantes del poder eclesiástico, la Iglesia Parroquial de Santiago el Mayor, de recia y altiva nave, en la plaza principal, construida entre mediados del S.XVI-inicios del S.XVII sobre una iglesia del S.XIII, y el Convento de Santa Clara de la Columna, 2ª mitad del S.XV, el monumento religioso más importante tras la Mezquita-Catedral de Córdoba, con sus más de 7.000 metros cuadrados, declarado B.I.C en 1982.

 

Estas pinceladas históricas previas nos introducen de lleno en el origen de su Semana Santa, aunque sea mal conocida por la escasa documentación conservada. Sabemos de la existencia de cofradías muy antiguas que desaparecieron a inicios de la Guerra Civil, como la de Nuestra Señora del Rosario o la de Ánimas, que se presupone más antigua que la Vera Cruz, por lo que llegaría hasta finales del S.XV o inicios del S.XVI; la propia cofradía de la Santa Vera Cruz, la más antigua de las que hoy procesionan por las calles de Belalcázar, desde su refundación en 1912, y tras recomponerse fruto de los desastres de la contienda, con sus diferentes pasos de sobriedad pero de belleza, como la Santa Vera Cruz o la Virgen de la Piedad, al que este año se añade uno nuevo: Nuestro Padre Jesús de la Misericordia amarrado a una columna, obra del imaginero cordobés Antonio Bernal.

 

CP BELAL_NTRA SRA DE LA PIEDAD

 

Junto a ella, destaca la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la única que conserva los antiguos estatutos, que datan de 1733, pero que presuponen una refundación de dicha ofradía, pues hay documentos que indican que es mucho más antiguo, y posiblemente lleguen hasta el S.XVI, aunque este extremo está aún por ser contrastado. De esta cofradía destacan sus imágenes, encabezadas por la magnífica talla de Ntro. Padre Jesús Nazareno, realizada en 1940 por el famoso imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci; la Virgen de la Soledad y San Juan Evangelista, o el paso de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén (conocido popularmente como La Borriquita, que procesiona el Domingo de Ramos), salido de los talleres de Olot en 1956.

 

 

La cofradía Santo Cristo de la Salvación es cronológicamente la siguiente de las que hoy existen en la localidad, y se crea en enero de 1935, en plena Segunda República. Entre sus pasos destaca la imagen bellísima del Santísimo Cristo de la Salvación, restaurada recientemente, obra del escultor Juan Martínez Cerrillo, datable en 1939, o la imagen de Ntra. Señora de la Soledad, restaurada recientemente por Antonio Bernal Redondo al igual que la anterior, obra de Amadeo Ruiz Olmos, realizada entre 1939-1940. Esta cofradía tiene una joven Agrupación musical denominada Santo Cristo de la Salvación. Por último, la Agrupación Parroquial de Ntro. Padre Jesús Cautivo, creada desde 2011, con dos pasos: Ntra. Sra. de la Humildad y Ntro. Padre Jesus Cautivo, que salen desde la Ermita del Santo, donde cada Martes Santo se lucen sus auténticos protagonistas, los niños.

 

 

CP BELAL_NTRO PADRE JESUS CAUTIVO

 

Esta conjunción entre una singular Semana Santa, de pasos sobrios pero bellísimos, un pasado histórico de esplendor que invita a ser descubierto a través de la monumentalidad que respiran sus calles y plazas, junto a una buena gastronomía y a su rico patrimonio natural, hacen de la villa de Belalcázar un gran punto de interés turístico para acercarse cada año en estos días de fervor y pasión, o simplemente de descanso y esparcimiento, donde todos son acogidos como solo los belalcazareños podemos hacerlo. Sólo tenéis que venir a descubrirla.

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