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ROSS

«La Sinfónica de Sevilla es una orquesta politizada, demasiado dependiente de lo público»

El director de la ROSS, John Axelrod, niega que su dimisión como consejero delegado abra una crisis, sino que debe verse como una oportunidad para buscar nuevas soluciones

El director artístico de la ROSS, John Axelrod RAÚL DOBLADO

Jesús Morillo

Ha dimitido de la ROSS, abriendo una nueva crisis, por cuestiones familiares y por su deseo de concentrarse en la dirección artística, ¿ha influido también el enfriamiento de sus relaciones con algunos músicos?

No hay una situación de crisis, sino de oportunidad para la orquesta. Resulta muy superficial y triste cuando algunos de los políticos del consejo de administración usan esta situación para tratar de marcar tantos políticos. La ROSSes la misma que era antes de que yo fuera elegido consejero delegado, aunque quizás con más potencial y oportunidades, basados en mis logros, como volver a girar o el mecenazgo de patrocinadores extranjeros. La tensión entre la empresa y los músicos ocurre en orquestas de todo el mundo y esta ha existido antes de que yo llegara a Sevilla entre el comité de empresa, el asesor legal y director de personal, y los anteriores gerente y director artístico. La gran pregunta es por qué pasa una vez y otra vez...

¿Pero se ha producido un enfriamiento de sus relaciones?

No hay un enfriamiento y no ha influido en mi decisión de renunciar. Mi relación con ellos es excelente a nivel musical y por eso voy a seguir como director artístico. Pero algunos miembros del comité de empresa, los mismos que votaron a favor de mi elección, tal vez no entendieron lo que ellos querían y tuvieron dificultades para percibirme como maestro y a la vez gerente. Pero no hay nada negativo en mi renuncia. Significa que ya no soy responsable de la administración o el presupuesto. Dejaré la negociación al comité y al consejo. Esto es una oportunidad para que determinen qué soluciones y qué modelo de gestión se necesitan para proporcionar solvencia y estabilidad a la ROSS y al Maestranza.

¿Ha sentido el último año el apoyo de la Junta y el Ayuntamiento?

Antonio Muñoz, Isabel Ojeda y Antonio Lucas entienden que es necesario garantizar la calidad. El problema, y otros comparten esta opinión, es que la ROSS es una orquesta politizada, demasiado dependiente de la inversión pública y la negociación, que la convierte más en un peón político que en una orquesta independiente con potencial internacional. Lo que se necesita es un equilibrio entre la inversión pública y privada (como la mayoría de las grandes orquestas) y libertad para un proyecto artístico. Hasta que no haya un modelo de gestión y una voluntad política para permitir ese tipo de estrategia, la parálisis posiblemente continuará. Pero eso no significa que no podamos seguir haciendo buena música.

«Mi renuncia a ser consejero delegado es una oportunidad para que determine qué modelo de gestión se necesita para dar estabilidad a la ROSS y al teatro»

¿Se intentó convencerle para seguir?

Lucas y Ojeda me pidieron que lo reconsiderara. Pero me mantuve en mi decisión por diversas razones. Primero, por la acumulación de problemas en el departamento legal y de personal, por un juicio que se remonta a 2014 de músicos contra músicos y del que me informó el asesor legal en marzo de 2018. El caso iba a juicio el 6 de junio. Como consejero delegado llegué a un acuerdo el 5, el día antes del inicio del juicio. A esto se suman el menoscabo de mis objetivos administrativos y de financiación; y la falta de intervención política en la negociación de un nuevo contrato con el Maestranza. Aunque las únicas razones para dimitir responden a querer dedicarme a mi familia y la música. El público solo espera que interpretemos buena música y todas las cuestiones administrativas y políticas interferían tanto en mi familia como en la música que interpretábamos.

¿Cree que el consejo está satisfecho con los patrocinios y la proyección de la ROSS a la que se comprometió?

No solo hice la primera gala exitosa y rentable en la historia del ROSS, que el alcalde señaló como «un primer paso cualitativo», sino que reuní fondos significativos en contribuciones extranjeras y obtuve compromisos por una cantidad equivalente al déficit, aunque solo estaban destinados a programación artística, grabación y promoción. Le recuerdo que acepté ser consejero delegado sin sueldo y que mi compensación se basaba únicamente en el dinero recaudado, por lo que me correspondía a mí estar satisfecho o no. Cuando vi que no podía contar con esas garantías, no quise arriesgarme a poner en riesgo mis relaciones con los patrocinadores. Pero esa no es la razón por la que renuncié.

Dijo que tomará una decisión sobre su renovación, en mayo de 2019, cuando se clarifique el modelo de gestión, ¿el actual no funciona?

En teoría, no hay problema con dos direcciones artísticas. El problema es la no colaboración entre dos organizaciones y quince años de conflicto entre una persona y la orquesta. Personalmente, no tengo problemas con Pedro Halffter. Me cae bien como persona y lo respecto como músico. Que los músicos tienen un problema con él son viejas noticias. Francamente, él merece un mejor trato, al igual que yo. La pregunta es: ¿qué es lo que realmente quieren los músicos? o ¿qué es lo que quiere el comité? El centro de esta disfunción está en un sistema construido hace veinte años sobre «toca gratis, espacio gratis». Es simbólico que haya un contrato no ratificado entre la ROSS y el teatro que se remonta a 1998. Para muchos es irresponsable.

«Las únicas razones para dimitir responden a querer dedicarme a mi familia y a la música. El público solo espera que interpretemos buena música»

¿Era necesario un nuevo contrato?

Mi elección como consejero delegado fue promover a la ROSS como una orquesta independiente que actúa al servicio del teatro y en otros lugares. Para ello era necesario un nuevo contrato. Pero si el teatro no puede garantizar la mejora de las condiciones o el número de conciertos de abono, está claro que no puede ofrecer un contrato y que el modelo de dos organizaciones no funciona. Desde ese punto de vista, puedo entender por qué Antonio Garde no quiso negociar un nuevo contrato.

¿Cómo podría funcionar el modelo?

Lo haría si hubiera igualdad y las condiciones ofrecidas por la dirección del teatro tuvieran en cuenta las necesidades de una orquesta de clase internacional, algo que históricamente no ha sucedido. En cuanto al modelo, los políticos deben aclarar si quieren una glorificada orquesta del Maestranza o una ROSS independiente y que también actúa en el foso. Este es el centro de la discusión. Todos mis esfuerzos han sido para mejorar la calidad de la orquesta, así como para aumentar su perfil y beneficio. Si se brindan las garantías de solvencia fiscal y unidad, y un modelo que permita a la ROSS continuar con esa calidad, entonces no habría razón para partir cuando concluya mi contrato.

¿Cuál sería su modelo o posibles modelos para la ROSS?

El público quiere una orquesta de calidad, pero eso dependerá de la estrategia que el consejo de administración y el teatro hagan con los músicos. Lo que me atrae de la ROSS es la calidad de la música que hacemos y el potencial que podemos lograr. Pero si la ROSS no puede girar porque está obligada a tocar en el foso, no podemos grabar porque el coste sindical es prohibitivo, no podemos agregar posiciones a la orquesta porque las subvenciones no se pagan y no podemos ensayar porque no se puede usar el escenario, entonces está bastante claro que los problemas continuarán y que habrá menos razones para venir tanto para mí como para otros directores internacionales.

«Con el Maestranza no hay problema con las personas, solo con el modelo de gestión. Me cae bien Antonio Garde»

¿El modelo para la ROSS debe tener en cuenta al teatro y viceversa?

Quizás lo que se necesita para estabilizar el déficit financiero de ambas organizaciones es aumentar la ópera y la actividad en el escenario, y reducir el número de programas de abono, y así equilibrar las necesidades de ingresos del espacio. He ofrecido mi perspectiva al consejo, pero le corresponde a ellos decidir cómo invertir el dinero público y a los músicos si están de acuerdo con ese nuevo modelo. En lo que estamos de acuerdo es que el teatro necesita a la ROSS tanto como esta al Maestranza. Esto obliga a los políticos a idear un plan que permita que ambos coexistan en armonía. Un nuevo modelo de gestión podría consistir en dos divisiones artísticas iguales: ópera y orquesta con igual jerarquía al servicio de la propiedad institucional, que es el teatro. El Maestranza no es solo la ópera, la zarzuela y el ballet. Ese sistema no funciona. El teatro es el edificio que incluye la orquesta y la ópera.

¿Los desencuentros entre el teatro y la ROSS en el último año son un problema de modelo o de personas?

No hay problema con las personas, solo con el modelo. Me cae bien Garde y estaría feliz de sentarme con él en el mismo lado de la mesa. La pregunta es si le gustaría dirigir una institución que incluya a la ópera y la orquesta. Y si los sindicatos, los políticos y el comité de empresa están preparados para seguir un modelo que respalde tanto a una gran orquesta como a una gran ópera.

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