Mariola Cantarero: «He tenido que demostrar como cantante el doble que una chica delgada»
La soprano que ha experimentado un espectacular cambio de imagen, estrena la zarzuela 'El Gato Montés' en el Teatro de la Maestranza

Mariola Cantarero (Granada, 1978) tiene siempre una sonrisa en sus labios, aunque en su trabajo el drama está más presente que el humor. Cantarero es soprano y ha sido Lucía de Lammermoor, Mimi, Elisabetta, doña Francisquita y ahora en el Teatro ... de la Maestranza se ha convertido en Soleá, la protagonista de 'El Gato Montés’, zarzuela de Manuel Penella de 1917, que se podrá ver en el coliseo sevillano el 17 y el 19 de febrero.
La soprano, que habitualmente vive en Granada y es madre de un niño de cinco años, no ha salido de España tras la llagada pandemia y reduce su actividad a los teatros nacionales. Entre otros galardones, ha recibido la Medalla de Andalucía.
—¿Cómo se encuentra al regresar al teatro Maestranza?
—Estoy muy bien, muy contenta, de hacer el ‘Gato Montés’ en Sevilla y con este reparto. Somos todos amigos y nos hemos visto después de mucho tiempo. Además, este teatro tiene algo. Yo aquí me siento muy feliz y muy valorada. Me conocen de toda la vida y venir al Maestranza es estar en casa.
—¿Dónde le pilló la pandemia?
—En mi casa de Granada. Estuvimos todos encerrados, con muchas dudas y muchos miedos, pero yo soy una de esas que lo que intenté fue hacer zumo con los limones que me dieron. Y disfruté mucho de estar en mi casa con mi marido y con mi niño. No tener que moverme, no tener que viajar y nunca dejar que la mente se fuera a cosas negativas.
—¿Se le canceló el calendario?
—Hubo muchos compromisos que cayeron, pero se aplazaron y luego se recuperaron. Lo de la tele, mi participación como jurado en ‘Tierra de Talentos’, sí siguió adelante. No tenía miedo, estaba cuidada y quería que mi familia estuviera bien. Además, en seguida volví al trabajo. La pandemia ha quedado muy lejos para mí.
—¿Ha sido complicado volver a trabajar?
—Estamos con PCRs todos los días. En televisión es constante, pero así es la forma de ir sobre seguro. Además, hicimos algunas funciones con aforos muy limitados. Yo lo que quería era demostrar que la cultura era y sigue siendo segura y que es donde no se han visto contagios. Los teatros han hecho un esfuerzo increíble para que todo siguiera la vida normal. Había que respetar a los valientes que se metían en un teatro, porque el espectador hicopondriaco está claro que no iba. El miedo es libre. Pero se demostró poco a poco que las medidas de seguridad funcionaban. Yo lo que tenía era miedo de que hubiera miedo.
—¿Ha salido ya al extranjero?
—No, todavía no. Me he quedado en España y no me quita el sueño. En ese sentido estoy mejor en mi tierra y haciendo actuaciones en los teatros.
—Esta producción del ‘Gato Montés’, creo que ya la ha cantado.
—Si, es una producción preciosa. La estrené hace cuatro años en Tenerife y está muy trabajada. Es muy visual para el público porque hay mucho color, distintos cuadros taurinos, el vestuario es muy luminoso. Los personajes son muy reales. No es tan costumbrista como se suele hacer, pero sí en los figurines que tienen un guiño a la tierra, el toque andaluz con muchos rojos y naranjas. La escenografía es un único espacio que va cambiando y dando vueltas, y así el espetador se va metiendo en el mudo de Soleá.
—Hablando de la protagonista, ¿cómo es su papel?
—Es difícil, porque hay que buscar un equilibrio entre la emoción y la técnica. Es una música que yo siento mucho, es un verismo español, por lo tanto te tira. Quien conoce mi carrera puede preguntarse porqué hago Soleá y, sí, lo hago porque estoy en un momento más lírico. Es cierto que es una Soleá especial muy andaluza tiene los guiños que Penella encontró y tiene mucha copla, mucho flamenco.
—¿Se siente identificada con el personaje?
—Si, a lo mejor no tanto con la historia de ella, pero sí con la manera de encarar la vocalidad, porque tiene mucho arte. Hay sopranos que no son andaluzas y hacen muy bien el personaje, pero el pellizco se lo doy yo.
—Tengo que preguntarle, porque está a la vista, el cambio tan espectacular que ha dado físicamente en los últimos años.
—Bastante. Después de haber tenido un niño y circunstancias difíciles de mi vida me dejé mucho físicamente. En mi cabeza había otras prioridades que no eran las mías, en especial la salud, y llegó un momento que dije: hasta aquí, ahora yo. Cogí las riendas de mi salud y decidí ponerme manos a la obra y, casi cuarenta kilos menos, aquí estoy.
—¿Le ha beneficiado para su voz, le preocupaba?
—Por mi voz no, por mi salud, si. El trabajo sin salud no existe.
—¿Los kilos de más le han impedido hacer algunos papeles, ahora que en la ópera se destaca la imagen?
—Es un tema que está muy tocado y hay que reivindicar que con kilos o sin kilos o como sea, da igual, una voz es una voz y esto es ópera y así tiene que ser: cantar. ¿He tenido dificultades con mí físico a lo largo de estos veinte años de carrera?, pues sí. No voy a decir que no. Pero lo he sabido sobrevellevar y he sabido suplir las deficiencias físicas que encontraban algunos directores de escena y de teatro. Eso también. Estoy muy orgullosa de mi carrera, incluso con sus dificultades.
—Habrá sido duro en ocasiones
—Si lo ha sido, porque yo he tenido que demostrar el doble que una chica delgada. Entonces, me siento muy orgullosa que mi voz haya sido más importante y ha conseguido hacer olvidar que tenía un sobrepeso. Pero eso iba en perjuicio de mi salud, de nada más. Porque uno puede estar perfectamente sano y feliz con más kilos y quien te mire de otra manera el problema es suyo.
—Pero ahora se la ve espectacular y con una cara muy soriente
—Yo me encuentro muy bien. No hago todo el ejercicio que debiera porque no me gusta, pero lo que yo quiero es encontrarme muy bien de salud y tener seguridad en mi misma en ese aspecto. Siempre he tenido complejos y pobre de aquel que no los tenga, porque es una autocrítica para superarse. Yo lo he superado. Me he puesto un escenario y me daba igual mi tamaño, yo cantaba y ya está. Hoy en día es verdad que estoy viviendo una etapa preciosa de mi vida, con mi hijo y mi trabajo. Me siento valorada y querida, y eso es la vida, conseguir metas. Una meta la he conseguido, el físico, y quiero mantenerla por mí, no porque me lo pida alguien. Soy una chica con curvas y me divierto mucho.
—¿Es muy duro ser una soprano?
—¿Qué trabajo no es duro? Yo he estado mal, muy mal, porque un pilar muy importante de mi vida estaba mal. Mi padre se fue no hace tanto tiempo y murió de una enfermedad muy cruel, la ELA ,y fue algo muy duro para toda mi familia. Un antes y un después. Pero sé que él me sigue ayudando.
—¿Qué es lo próximo?
—En este trabajo, aunque todo se planifica con mucha antelación, he aprendido a vivir día a día. Ahora quiero que Sevilla vibre con este ‘Gato Montés’. Voy a debutar ‘Norma’ en Granada en marzo y a medirme tranquila. Luego tengo un concierto con Plácido Domingo.
¿Y grabaciones, para cuando?
—Sí, hay un proyecto Habiendo entrado en el mundo de la televisión, las discográficas están ahí.
—¿Algún sueño cumplido?
—Pues sí, hace poco he interpretado a las tres reinas Tudor y las quiero volver a hacer. Tengo además un espectáculo con Marina Heredia, ‘Mar de cantes’, que es maravilloso y que queremos traer a Sevilla, un mano a mano maravilloso.
¿Algún personaje a la vista?
—Quizás hay un papel que me ronda la cabeza y no está tan lejos de la Soleá. Es Madama Butterfly. Yo nunca pensé que podía hacer Mimí y maravillosa. Yo soy ‘belcantista’, pero mi vocalidad va por ahí. Tengo el sentimiento, la idea y quiero trabajar la técnica e ir por ese camino.
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