Crítica de Flamenco
Rafaela Carrasco, una fascinante 'Ariadna'
La bailaora estrena en el teatro Maestranza de Sevilla su espectáculo basado en la leyenda del mito clásico

Dice la leyenda que Ariadna hija de Minos estaba enamorada de Teseo y por amor, decidió ayudarlo a matar al Minotauro, ese monstruo que cada nueve años devoraba siete muchachos y siete doncellas atenienses.
Anoche en el teatro de la Maestranza, 'Ariadna' ... fue Rafaela Carrasco (Sevilla, 1972). Ella llegó a la isla, se convirtió en feroz tejedora, luchó contra el Minotauro, salvó a Teseo y a los siete jóvenes sentenciados por el monstruo y lo hizo con su baile. La obra, con textos de Alvaro Tato , rebosa de una cuidadísima estética, una enorme elegancia en la puesta en escena y un lenguaje coreográfico riquísimo. Rafaela Carrasco no deja nunca al azar nada en sus montajes. Así, en esta 'Ariadna' el diseño de luces y la escenografía forman parte vital del desarrollo de la dramaturgia y el baile de Rafaela Carrasco rebosa de gestos flamenquísimos, y se atisban en el algunas influencias como las de maestros como Mario Maya o Manolo Marín, tan afines a la bailaora.
Se abre el telón y el sonido del mar invade el ambiente. Rafaela Carrasco sola en el escenario inicia su viaje con un zapateado lleno de escorzos de brazos y manos de matices que adornan y singularizan su forma de meterse de manera flamenca en el personaje. Su baile es elegante, con gestos tradicionales que se mezclan con naturalidad con momentos más contemporáneos pero tan bien hilados que parecen formar parte del flamenco más ortodoxo.
La voz en off del actor Carmelo Gómez va introduciéndonos en cada episodio de esta aventura, incluso a veces solapada con los cantaores. Peteneras, soleá, soleá apolá, romances, tangos, estremecedoras tonás de Antonio Campos y Miguel Ortega ..., no hay en esta construcción musical nada que no sea flamenco. La dirección musical de Jesús Torres ha enjaretado sus composiciones con las de Salvador Gutiérrez con un resultado espectacular y flamenquísimo. No hay más 'ruido'. Dos guitarras, dos voces y las palmas de Jesús González . Y suena a gloria.
Muy meritorio el trabajo de los cantaores metiendo en compás y memorizando los textos de Alvaro Tato, y el de los compositores haciendo que el relato suene tan flamenco como se escucha. El baile de Rafaela Carrasco preside constatemente la escena, como cuando sale vestida de amarillo con girasoles en las manos, y nueve hombres están vestidos de gris y negro. La luz es femenina.
La coreografía que la bailaora ha creado para los hombres es recia, contundente, con fuertes zapateados y con un movimiento grupal que llena la escena por completo. El nivel de baile es muy alto, no hay nadie que destaque, porque no es ésa la intención, pero todos tienen un nivel de excelencia en la interpretación de esta dinámica coreografía.
La obra después de un impecable desarrollo por los palos del flamenco, regresa a la petenera con la que empezó, '¡quién dijo miedo!', y vuelve a escucharse el sonido del mar. 'Ariadna' ha vencido al monstruo. Rafaela Carrasco ha encontrado la libertad en un mundo de hombres.
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