¿Qué pasó con... Fernando Lamadrid?
Campeón de España y Europa, así como vencedor del Trofeo Reina Sofía, este regatista sevillano sigue en activo y ahora entrena también a sus hijos Pilar y Fernando, que han puesto sus miras en los Juegos de París
Apasionado de la vela, la afición heredada de sus padres la han recogido sus hijos Pilar y Fernando, que han iniciado el camino para estar en los Juegos de 2024. A ambos los entrena este sevillano que está al cargo de la Escuela de Vela ... de Islantilla, reside en El Puerto de Santa María y mantiene esta charla con ABC de Sevilla con el paisaje sonoro de fondo de las olas tocando tierra mientras pasea por la bahía gaditana.
Toda una vida dedicada a los deportes náuticos...
Sí. En mi casa mis padres ya navegaban y regateaban juntos. Y la vela y los deportes náuticos eran una asignatura obligatoria para todos los que vivíamos en esa casa. Hablar de González de Lamadrid en Andalucía es sinónimo de navegante a vela.
Siempre vinculado al Club Náutico.
He estado 42 años regateando con ellos, siendo socio, y mi padre formaba parte de la junta directiva como vocal de vela. Sigo regateando, tengo motivaciones para seguir navegando. Si no fuera por eso, me aburriría muchísimo.
¿Siempre en tabla a vela?
No, he navegado, regateado y competido en casi todas las clases de vela ligera. Empezábamos en el Optimist, de ahí al Cadet, que ya prácticamente ha desaparecido; después al 420, también hice regatas de 470, de Flying Dutchman, estuve dos años dedicados al patín a vela, al catamarán en el F18 otros dos años, Láser también... Me pueden poner por delante cualquier barco o tabla y los hago funcionar. Me divierte una barbaridad.
Del sueño olímpico se quedó cerquita.
Seúl'88 fue mi propósito, cuando estuve más cerca, pero eran tiempos muy complicados. Éramos un chaval de Cádiz y yo los que teníamos posibilidades. Pero entonces todo estaba súper concentrado en Barcelona. O te ibas a vivir allí o no tenías nada que hacer. No nos llegaban las becas. Me quedé cerca, pero sin ninguna frustración. Después fui entrenador del equipo preolímpico, unos años más tarde, así como de equipos nacionales de windsurf.
¿Es mucho más espectacular el iQFoil, la nueva clase olímpica, que la RS:X, a la que sustituye?
Sin duda ninguna, porque en cuanto hay condiciones para que las tablas vuelen, a partir de ocho nudos, la velocidad que alcanzan es como si en la RS:X hubiese veinte.
¿Las condición física tiene que mejorar al aumentar la velocidad?
La fisonomía óptima del deportista ha cambiado un poco. Porque en la RS:X el peso era bastante más bajo que el que hay que llevar ahora en el Foil para navegar. En el Foil, cuanto más pesas, más presión ejerces y mucho más acelera la tabla.
El material es más caro.
Sí, la vela en los últimos años ha evolucionado a que todo tiene que volar. Y para volar hay que tener lo último en tecnología, materiales como el carbono y el titanio. Nosotros no tenemos titanio, pero todas las piezas del Foil son de carbono y eso encarece muchísimo el material. Un equipo olímpico ahora mismo puede costar casi los diez mil euros.
¿Cuántos necesita Pilar?
Le encantaría tener tres, pero ella y Fernando sólo tienen un equipo porque en casa no se puede más. Es imposible. Cuantos más equipos tengas, más posibilidades de hacer un buen papel. Todo lo que no sea tener un buen material lo tienes que suplir a base de fuerza, táctica y estrategia. Porque un material nuevecito y bueno te da un plus de velocidad.
¿Les da consejos?
Ellos me han sobrepasado ya como regatista aunque yo tenga mucha más experiencia. El único consejo fue decirles desde el inicio que, si esto no era divertido y que si después de un entrenamiento o una regata no llegábamos riéndonos a tierra, esto no funcionaría.
¿Se imagina tener dos hijos olímpicos?
Sería un sueño. Después de eso me podría retirar absolutamente de todo, porque si lo he soñado para mí, el sueño de que vayan los dos supone un extra de motivación que nos da muchísima fuerza.
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