Se trata de una vieja conocida de la cosmética farmacéutica, pero que en los últimos tiempos ha dado el salto a la industria de la belleza para consolidarse como una tendencia en el cuidado antiedad. Hablamos de la crema «cica», la versión «beauty» de las cremas cicatrizantes con una fórmula y formato adaptados para poder ser aplicadas en uno de los ámbitos de la cosmética con más peso: el del antienvejecimiento.
Y es que la industria cosmética ha decidido aprovechar los poderes regeneradores de estos bálsamos que tradicionalmente se han vendido en las farmacias para reformular el cuidado facial antiedad, con un nuevo concepto, el de las «cica-creams», que pretende colarse en nuestras rutinas de belleza. Este se basa en la idea de que las arrugas son cicatrices que la edad va dejando en nuestra piel y, por tanto, pueden tratarse de manera similar. A partir de ahí, un sinfín de cosméticos con el prefijo «cica-» proliferan en el mercado.
Los bálsamos cicatrizantes son esos que tradicionalmente se han utilizado para tratar quemaduras, cortes o cicatrices de tratamientos dermoestéticos. Pero el concepto de «cica-cream» implica una nueva aplicación de estas fórmulas contra las arrugas, gracias a una reformulación que incluye principios activos específicos para el cuidado antiedad.
Es decir, que no es que a alguien se le haya ocurrido usar uno de estos bálsamos cicatrizantes como crema antiarrugas, sino que la industria cosmética ha decidido aprovechar los beneficios regeneradores de las cremas cicatrizantes para sumarlos a otros ingredientes antienvejecimiento en busca de la combinación antiedad perfecta.
Centella asiática, ingrediente estrella
Para lograrlo, la mayoría de las cremas «cica» cuentan como ingrediente estrella con la centella asiática, un potente activo reparador y calmante de origen asiático muy usado en la medicina tradicional china. Con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antibacterianas, esta planta conocida popularmente «hierba de tigre» (estos animales se frotan contra ella para sanar heridas) estimula el crecimiento del colágeno, además de calmar y regenerar la piel. Asimismo, ayuda a recomponer la barrera cutánea, de ahí que su aplicación sea interesante para las pieles dañadas por distintos factores ambientales y tratamientos.
Hay estudios que avalan su efectividad en pieles secas e irritadas, con problemas de eccema, marcas de acné y arrugas, siendo este último el enfoque más interesante para la industria cosmética generalista.
Pero la centella asiática no es el único ingrediente propio de los bálsamos cicatrizantes presente en estas nuevas fórmulas antiedad. También podemos encontrar otros como el ácido hialurónico, la avena dermatológica o el pantenol.
Las cremas «cica» en la rutina facial
Quienes se hayan interesado por conocer las bondades de las «cica-cream» en su rutina facial, podrán comprobar que hay dos versiones: las de uso habitual (cremas con centella asiática, sobre todo) y las de uso específico (más similares a los clásicos bálsamos de farmacia). De hecho, no hay más que reparar en el formato y tamaño de estas cremas «cica» para darse cuenta de que la mayoría no están diseñadas para un uso frecuente y habitual, sino para necesidades especiales.
Así, por un lado, podemos encontrar versiones en formato hidratante antiarrugas cuya textura no es tan densa y untuosa como los originales bálsamos cicatrizantes. Esas son de uso diario (incluso de mañana y noche) y están pensadas para pieles sensibles, secas y con necesidades de reparación. Aquí entraría la categoría de cremas «cica» reparadoras antiarrugas, que normalmente se aplican como parte del cuidado facial de noche.
Por otra parte, encontraremos esas «cica-cream» más propias de parafarmacia y cuyo uso no es comparable al de una hidratante antiarrugas habitual, ya que podrían saturar el cutis. Se aplican específicamente para reparar los daños del cutis.
Así, su uso está indicado para pieles con daños en la barrera lipídica, con irritaciones y sometidas a tratamientos cutáneos o condiciones ambientales que las han debilitado. Por ejemplo, en invierno, las bajas temperaturas pueden causar estragos en nuestro cutis. Igualmente, el uso constante de mascarilla higiénica convierten a este cosmético en un aliado eficaz para restaurar nuestra dermis.
¿Cuál es la más ideal en nuestro caso? Pues, sabiendo todo esto y sobre todo en el caso de necesidades especiales de la piel, lo mejor es acudir al dermatólogo para que nos prescriba la opción más adecuada para nuestro problema o necesidad.