El uso habitual de herramientas de calor, las sucesivas coloraciones, los tratamientos permanentes y cierto descuido en el cuidado del cabello, entre otros factores, pueden llevar a que nuestra melena se vea castigada e indomable. La falta de brillo, las puntas abiertas, la caída anormal y la sequedad son solo algunos de los síntomas que revelan esos problemas con nuestro cabello.
Recién estrenado el año, quizá sea un buen momento para incluir en nuestra lista de buenos propósitos ese cuidado que no hemos dedicado a nuestra melena hasta ahora. Estos son los problemas más comunes y así podemos evitarlos antes de que sea demasiado tarde y haya que cortar por lo sano.
Caída del cabello

Sin duda es el problema que más nos preocupa llegado el caso y quizá uno de los que tiene más difícil solución. Y no solo la caída del cabello como tal, sino la pérdida de densidad como consecuencia de la edad. Y es que la alopecia en la mujer es mucho más que un problema estético; es un estigma social que lleva a que los tratamientos contra la calvicie en hombres sean algo normal, mientras es casi un tema tabú en el caso de las mujeres.
Aunque muchas veces la alopecia viene causada por factores genéticos y hormonales (alopecia androgenética), así como por situaciones temporales de estrés, enfermedad y bajada de defensas (alopecia areata), nuestros hábitos pueden jugar un papel importante. En este sentido, la prevención resulta esencial, desde mucho antes que se presenten los problemas.
Por un lado conviene evitar abusar de peinados muy ceñidos, así como gomas de pelo y peines o cepillos que resulten agresivos para el cabello. Todo ello puede favorecer la conocida como alopecia por tracción que puede acabar pasándonos factura.
Por otro lado, también las herramientas de calor pueden acelerar los daños en el cabello. Para evitarlo, debemos reducir al mínimo su uso y minimizando su impacto. ¿Cómo?
En el caso del secador, usándolo a una distancia mínima (unos 30 cm) del cuero cabelludo y en la temperatura más baja posible para minimizar los daños. Igualmente, el uso frecuente de planchas alisadoras también está relacionado con la alopecia por tracción, por lo que conviene espaciar todo lo posible su empleo.
«Frizz»
Los problemas de encrespamiento llevan a la melena a tener un aspecto desaliñado, con pelillos descontrolados por todas partes que se erizan con el más mínimo roce. Es un problema común entre las mujeres con cabello ondulado o rizado, pero también en las que se tiñen el cabello.
El famoso «frizz» no es más que la consecuencia de la deshidratación del cabello que puede darse por diferentes factores: ambientales (en invierno, los cambios de temperatura drásticos), químicos (abuso de coloraciones), físicos (abuso de herramientas de calor), etc.
Para evitar el encrespamiento, es recomendable evitar esos abusos, pero también, someterse a tratamientos hidratantes periódicamente en la peluquería, mantenidos con productos de cuidado específicos para este fin.
Asimismo, es aconsejable utilizar champús sin sulfatos (tienden a resecar) y lavar el cabello con agua tibia (o fría, cuando se pueda), ya que la caliente favorece el «frizz». Tampoco conviene secar el cabello al salir de la ducha frotando enérgicamente con la toalla y, en su lugar, tratar de eliminar el exceso de humedad escurriendo suavemente.
Daños de coloración
Las coloraciones, ya sea de toda la melena o a modo de reflejos o mechas, van castigando poco a poco nuestro cabello y requieren un cuidado especial. Especialmente si llevamos años sometiendo a nuestro pelo a sucesivas coloraciones, los daños en la melena pueden ser muy evidentes. ¿Cómo evitarlos? La respuesta obvia sería «no te tiñas» o «no te pongas más mechas», pero no tenemos por qué renunciar al «look» que queremos.
El primer paso para evitar los daños de la coloración es huir de las coloraciones caseras y ponernos en manos de profesionales que nos aconsejen adecuadamente y usen productos que realmente nos convienen. Así, solo los profesionales saben qué tipo de peróxido es más adecuado para cada tipo de cabello y si nos conviene o no determinado tono que implique una decoloración. Una cosa es el «look» que se nos haya antojado y otra muy diferente es el resultado y las consecuencias que puede tener sobre nuestra melena.
Además, conviene espaciar las coloraciones para establecer períodos de descanso que den un respiro a nuestra melena. Por último, los cuidados en casa tras aplicar la coloración en casa son importantes. En este sentido, en nuestro salón de belleza nos recomendarán productos de cuidado (champús y mascarillas) que no solo están diseñados para prolongar el color, sino para mantener el cabello en buen estado.
Deshidratado por calor
Quienes usar a diario las herramientas de calor para peinarse (secador, planchas o tenacillas) sufrirán con toda seguridad sus efectos en forma de un cabello seco y con la cutícula dañada. Utilizar un protector de calor antes de recurrir a estas herramientas sin duda marcará la diferencia en el aspecto del cabello a largo plazo.
Aparte de este cuidado básico, también podemos prevenir daños ajustando la temperatura de las herramientas de calor a nuestro tipo de pelo (no será igual para uno grueso y con textura que para uno fino y lacio), además de tomar otras medidas como aplicar calor solo sobre el cabello limpio y prescindir de él cuando sea posible dejando que nuestra melena descanse.
Puntas abiertas
Es uno de los problemas más comunes y repetidos que a menudo nos lleva a visitar la peluquería. Las puntas abiertas son fáciles de identificar puesto que se identifican a primera vista, cuando el extremo del cabello se ramifica en varias puntas. Cuando los daños son notables, la melena se enreda con facilidad y el aspecto de medios a puntas es pajoso y quebradizo.
En general, cuando los daños en las puntas son muy marcados, la única solución es sanear cortando el pelo, eliminando la zona castigada. Pero siempre podemos evitar su aparición con los cuidados apropiados en nuestra melena:
– Usar mascarilla capilar frecuentemente para hidratar y reparar.
– Restringir al máximo el uso de herramientas de calor y, en caso de usarlas, recurrir a protectores de calor y aceites específicos para las puntas.
– Usar cepillos adecuados para desenredar el pelo sin dañarlo (hay versiones más apropiadas para hacerlo en seco o en mojado).
– Acudir a la peluquería como máximo cada dos o tres meses para sanear las puntas.