
La influencer sevillana comparte con sus seguidores su experiencia tras someterse a un recambio de prótesis mamarias
Después de más de 15 años con sus anteriores implantes, Rocío Osorno ha decidido someterse a una cirugía de recambio de prótesis mamarias. La diseñadora sevillana ha documentado todo el proceso en sus redes sociales, donde ha compartido con total sinceridad cómo ha sido su experiencia y cómo se siente apenas 48 horas después de la intervención.
De 410 gramos a 200 gramos por pecho
Rocío ha explicado que llevaba más de un año valorando esta operación, ya que sentía que sus anteriores implantes eran demasiado grandes y le resultaban incómodos. “Me las veía demasiado grandes y, además, muy separadas. Se me metían mucho en la axila y me sobresalía prácticamente la mitad por el lado“, relataba en su perfil de Instagram. Este problema le estaba afectando no solo estéticamente, sino también en su postura: “Para disimularlas, echaba la espalda hacia delante y mantenía una posición incorrecta.”
La cirugía ha supuesto una reducción significativa en el tamaño de sus prótesis, pasando de 410 gramos por pecho a 200 gramos. “Pesaban prácticamente un kilo entre las dos. Ahora se ven mucho más juntas y la zona de la axila ha quedado totalmente limpia“, explicó. Además, se mostró muy satisfecha con la técnica empleada en la intervención: “No sabían si iban a tener que hacer la ‘T’, dependiendo de cuánta piel sobrara, pero finalmente no ha sido necesario. Todo ha quedado recogido a través del pezón, con una pexia areolar. Solo tengo puntos alrededor del pezón y han aprovechado para hacerlo un poco más pequeño.”
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Una recuperación sorprendentemente rápida
Rocío Osorno asegura que la recuperación está siendo mucho más llevadera de lo que esperaba y que no tiene nada que ver con su primera operación de aumento de pecho. “Tengo prácticamente la movilidad perfecta en los brazos, tengo fuerza y me encuentro súper bien“, afirmaba. La intervención tuvo lugar el viernes a primera hora y, para el mediodía, ya estaba en planta. “Al principio, tras la anestesia, tuve algunas náuseas, pero a la hora de la comida ya pude comer sin problema. La primera noche la pasé bien, aunque el vendaje me apretaba mucho y estaba algo incómoda. Al día siguiente me lo quitaron y me dieron el alta.”
A pesar de la incertidumbre previa a la operación, Rocío no puede estar más satisfecha con su decisión y con el resultado final. “Me ha costado la vida tomar la decisión, pero ahora estoy contentísima. La recuperación está siendo mucho mejor de lo que esperaba y me siento muy bien“.