La moda sevillana de los años veinte, en la serie «La otra mirada»

Asistimos al rodaje y entrevistamos a la diseñadora de vestuario Montse Sancho sobre los detalles de la moda de la época

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«La otra mirada» se emite los miércoles en La 1 (o cuando quieras en su televisión a la carta) y es una serie ambientada en una academia para señoritas en la Sevilla de los años 20. Todos los exteriores se han rodado en la ciudad cuya luz y estilo impregna de forma inequívoca esta nueva ficción televisiva.

Bulevar Sur ha asistido al rodaje de la serie y se ha colado junto a la figurinista Montse Sancho en el vestuario de época de «La otra mirada». La serie protagonizada por principalmente por actrices cuenta con Macarena García, Ana Wagener, Cecilia Freire y Patricia López, entre muchas otras caras nuevas para la pequeña pantalla. Jóvenes promesas de la interpretación que han encontrado en esta serie su primera gran oportunidad.

En una sala de las instalaciones del Consorcio de Turismo de Sevilla en los bajos del Paseo Marqués de Contadero se ha creado un set temporal donde conviven los departamentos de vestuario, maquillaje y peluquería. Cajas con sombreros, zapatos, percheros repletos de ropa y mucho más que tienen fuera en camiones organizados por personaje, por episodio, etc. En el puente de Triana y en los alrededores se rodaron algunas escenas de los episodios finales de la primera temporada (el destino de la segunda, como suele ocurrir, dependerá de la audiencia que acompañe a esta primera).

«Entendíamos que era el momento de hacer una serie de mujeres de verdad», explica el director Luis Santamaría sobre «La otra mirada». Que esta academia de señoritas esté ubicada en Sevilla fue una decisión estratégica. «La mayoría de las series se ubican en Madrid, pero me apetecía llevar esta al sur por la luz, por el color y porque el papel de la mujer en 1920 todavía era más tradicional y conservador aquí que en otros puntos de la península. Queríamos una serie luminosa y bonita de ver», apunta.

«Para mí, el vestuario es un 50% cambia tu manera de caminar, respirar, hablar… Cada vez me interesa más la construcción física además de la psicológica del personaje. De repente ese tipo de vestido, de zapatos… Para un personaje es clave porque te encorseta o no. Con Ángela no puede ir más que perfecta, es la profesora de protocolo. Tiene que ser un ejemplo a seguir y es algo que me fascina», cuenta Cecilia Freire a Bulevar Sur. En los años veinte considera que hubo «un universo femenino muy delicado y lleno de detalles» que se traslada a la serie. «Llevo un vestido que tiene más de 100 años, ¿qué personas lo habrán llevado o heredado?… Son prendas que tienen vida, historias, es riqueza de ambientación», añade.

Fotos de la serie La otra mirada de TVE, producida por Boomerang TV. Michael Oats
Ana Wagener, Macarena García, Patricia López y Cecilia Freire protagonizan «La otra mirada»

«El vestuario es fundamental en una serie de época», nos dice el director de esta ficción. «Tenemos a Montse Sancho que es una de las mejores de España y que está atenta hasta el mínimo detalle, desde la protagonista al último figurante. Hay un trabajo de elaboración detrás enorme y es un departamento del que estoy muy satisfecho y que hace que la serie brille», asegura Santamaría. Boomerang TV es la productora de «La otra mirada», la misma que hizo realidad la ficción creada por María Dueñas en «El tiempo entre costuras». Una serie exquisita que hace que esta prometa la misma calidad y delicadeza no solo con los personajes, también con su contexto histórico y el espacio.

Montse Sancho, la diseñadora de vestuario extremeña («pero tengo carácter del sur»), nos acompaña desde su espacio de trabajo hasta los espacios donde se ruedan las escenas. Allí dirige a sus ayudantes, hace cambios y mejoras de última hora y demuestra la pasión que tiene por su trabajo y una creatividad y talento innatos.

¿Qué pensaste cuando te llegó el proyecto de vestir «La otra mirada»?

Me vuelvo loca de contenta, el productor ejecutivo (Luis Santamaría) me llamó porque yo tengo mucha experiencia con el vestuario de época, en realidad si pudiera lo haría siempre. Tenía otro proyecto en ese momento y lo dejé porque no podía decir que no a una serie como esta en la vida.

¿Vivimos el momento adecuado socialmente para esta serie? 

Creo que sí. Lo temas nos interesan y es un momento muy acertado ahora que se han abierto los debates sobre las condiciones de las mujeres en la sociedad. Está bien mirar al pasado y reflexionar sobre por qué hemos llegado a un lugar concreto, qué arrastramos del pasado y no hemos arreglado, qué depende o no de nosotras. Todas las revisiones que se hagan al respecto son necesarias porque hay mucho que debatir y llamar la atención sobre determinadas cosas que ya deberían estar solucionadas. Como mujeres y también como miembros de una sociedad necesitamos tener un lenguaje común y no solo femenino, este tipo de series protagonizadas y contadas por mujeres creo que son muy oportunas.

¿Qué indicaciones recibiste para crear su vestuario?

He trabajado con la idea de la Sevilla de los años veinte pero, eso sí, sabiendo que hacemos ficción y eso requiere ciertas cosas concretas. Hay que hacerlo espectacular. Tenemos un colegio de niñas con un uniforme muy concreto y un personaje concreto (Teresa) que tenía que ser diferente a los demás. Ella debía vestir y ser moderna con un look con mucha personalidad. Femenina pero llevando pantalones y no parecer ambigua. También el personaje de Manuela fue complicado porque teníamos que conseguir que Macarena García, con su rostro dulce y juvenil, encajase como directora de la academia. Hemos estudiado mucho su vestuario para que fuera un ejemplo a seguir y marcase su personalidad y su gran reto, ser respetada en su nuevo puesto.

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Un amplio elenco de jóvenes actrices ha conseguido su gran oportunidad con esta nueva serie

¿Cómo es ese uniforme tan especial que llevan las alumnas?

El diseño de la forma lo decidimos pronto, básicamente con el estilo de la época sin pasar por el «marinerito» 100%. Quisimos hacerlo más de señoritas. No queríamos que parecieran niñas, más bien adolescentes a punto de ser mujeres. Pero con el colorido sí estuvimos varios días de pruebas y debate. Pensamos en amarillos, mostaza, grises… Siempre con el director y productores ejecutivos, ahí participaron todos. Llegamos al coral porque uno de los productores me dijo que buscase algún rojo empolvado, yo había visto telas de esos tonos y cuando hicimos la prueba nos encantó. Da mucha personalidad y a mí me recuerda a los corales, unas joyas muy del sur. No es un color típico para un uniforme, pero tampoco lo es nuestra academia que es liberal. Este uniforme imprime ese punto de alegría y no de severidad. Además, la mezcla con los adornos de lino en verde muy clarito me parece preciosa y muy original. Todos están diseñados y hechos a medida por nosotras.

¿En qué detalles notamos la esencia de Sevilla en este vestuario?

Me gusta mucho reflejar Sevilla. Esas señoras que van a misa cogidas del brazo, mostrar a las camareras de la Virgen… pero, sobre todo, la magia de la luz y el color de la ciudad. Intento todo lo que puedo reflejar ese aire andaluz y esos toques propios. Hay una fiesta en la que Roberta lleva un vestido de volantes pequeñitos inspirado en los trajes de flamenca de la época, por ejemplo. Sacamos muchos mantones de Manila, a mí me encantan. De hecho, tengo una colección. Me gusta mostrar esa Sevilla alegre y colorida, aunque también marcaremos momentos de luto como laSemana Santa. No hacemos feria, pero sí la costumbre del paseo, los bañistas en el río… Todo como si fuera un cuadro de Sorolla, con esa luz y estética trasladada a Sevilla. Los lugares donde rodamos son alucinantes, es muy especial y lo estamos aprovechando al máximo.

La ropa se utiliza para crear emociones de los personajes

¿Cómo se ha creado y seleccionado el vestuario de «La otra mirada»?

Tenemos de todo. Trabajamos con Peris Costumes, una importante casa de alquiler de vestuario. Gracias a ellos tenemos ropa vintage (aunque notamos que hay tejidos y materiales muy estropeados que tenemos que ir restaurando para ir utilizarlos), muchísimas reproducciones, vestidos traídos de otras producciones de Alemania, de Portugal, Budapest, París…  También hay mucha confección nuestra porque para vestir a tanta mujer y figuración necesitamos un gran despliegue de vestuario. En el equipo somos siete mujeres que trabajamos para hacer realidad este vestuario.

¿Qué es lo que más te gusta de la moda de los años 20?

Todo. La moda de los años veinte es muy cambiante. De 1900 a 1920 es de las épocas en las que más cambia la moda, sobre todo en la figura. Pasan de ir de talles muy altos a talles muy bajos. La documentación e investigación es una de mis partes preferidas del trabajo.

Es una época en la que destaca la importancia de los complementos

Sí, se utilizaban mucho y muchos. Es la época de las perlas, la gente llevaba muchísimas. Tenemos reproducciones de alta bisutería hechas con plata y recortes de piedras, todo de estilo art decó. Casi todas las protagonistas llevan en el día a día reproducciones de la época preciosas. En sombrerería hemos trabajado con Peris que tenía mucho de la época y también piezas creadas por nosotras. Nos encanta diseñar, reaprovechar, transformar… Cogemos bases de sombreros y los vamos cambiando y creando diferentes composiciones. En un capítulo puede aparecer con flores, en otro saldrá con cintas, con tejidos de un vestido… Mucho casquete, pero me gusta mucho también colar alguna mantilla o velo de misa con el objetivo de marcar que era una sociedad muy religiosa y tradicional. En España, además, se utilizaba el sombrero bastante menos que en el resto de Europa, aunque nos encante ponerlo en las series.

¿Qué destacas de la moda masculina que vemos en la serie? 

De 1900 a 1920 se acortan mucho las chaquetas, apenas hay levitas y empieza el traje de chaqueta clásico como lo conocemos hoy. Con más botonadura, sin aberturas en la espalda, pero los trajes de caballero han evolucionado más lentamente. Eran más cerrados y sobrios que ahora, más sueltos y rectos. Las clases altas destacaban por llevar muy buenos trajes de sastrería. Los niños Peralta, por ejemplo, son muy coquetos, vividores en el pueblo, pero también clasistas. Para sus personajes imaginamos esos trajes sobrios y jugamos con los colores más vivos en chalecos, pañuelos y corbatas que marcan su carácter de saltarse un poco las reglas.

¿Hasta que punto buscas un vestuario fiel a la indumentaria de la época?

Yo quiero que sea un vestuario históricamente realista, totalmente, pero otra cosa es que en el contexto andaluz puede que la indumentaria fuera menos colorida de lo que estamos proponiendo en la ficción, que lógicamente tiene sus licencias. La ropa se utiliza para crear emociones de los personajes y esto forma parte del lenguaje narrativo del cine y la televisión. En realidad más que licencias, hablo de idealización de la moda de una época en un sitio determinado. Enfocamos hacia lo más bonito. El espectador no tiene toda la información del personaje y eso se lo aportamos con el vestuario. Esa información que se tiene que sobreentender y a veces también «engañarle» y en ese sentido lo utilizamos.

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