El supermercado de la droga de Valdemingómez, en imágenes
Enclavado en el sector VI de la Cañada Real Galiana, una veintena de clanes manejan el «negocio» de la droga con medio centenar de puntos de venta regentados por gitanos. Cada día acuden al poblado un millar de personas y las ganacias de este mortífero comercio alcanzan el millón de euros al mes
Cada día acuden un millar de personas a este sector en el que viven más de 5.000 almas, muchas, ajenas al negocio letal
- ÁNGEL DE ANTONIO
La calle de Francisco Álvarez, repleta de vendedores, coches, machacas y antenas parabólicas
- ÁNGEL DE ANTONIO
Un centenar de toxicómanos lleva años sin salir de Valdemingómez. Algunos duermen en tiendas de campaña
- Ángel de Antonio
En este mísero espacio la prostitución tiene su hueco. Un «servicio», 5 euros, el precio de una micra
- Ángel de Antonio
Cada montón de escombros amontonado corresponde a un búnker derribado por la Policía
El «negocio» proporciona sustanciosos beneficios a los «camellos» que trabajan para los clanes. Ahora hacen menos ostentación de sus ganancias, como se ve en sus vehículos
- Ángel de Antonio
Un toxicómano en una de las «paradas» de las cundas y los consumidores que acuden cada día al poblado
- Ángel de Antonio
Los machacas son los esclavos de los «camellos». Trabajan las 24 horas del día por unas cuantas dosis. Su deterioro es notorio
- Ángel de Antonio
Tiendas de campaña, colchones y ropa amontonada en uno de los puntos de consumo de Valdemingómez
- Ángel de Antonio
Las caravanas o «yankies», los nuevos puntos de venta cada vez que se derriba un fortín
Una mujer africana consumiendo al aire libre
- Ángel de Antonio
Los toxicómanos realizan con maderas y lonas sus fumaderos para guarecerse de las inclemencias del tiempo
- Ángel de Antonio
Muchos consumidores apenas pueden andar: la droga les ha convertido en auténticos guiñapos
- Ángel de Antonio
La mayoría de los adictos del poblado son hombres y su edad media es de 40 años
- Ángel de Antonio
Los inmigrantes y los ajenos al tráfico de drogas, los únicos que tienen escolarizados a sus hijos
- Ángel de Antonio