El Palacio recibió a Senegal con aplausos. Era el rival de España, pero como si no lo fuera. Los africanos despertaban ese sentimiento de cariño que acompaña siempre al más débil. Una ovación que sonó como una palmada en la espalda de esas que anticipan una desgracia segura, que se tradujo un triunfo holgado de la selección camino de cuartos de final, donde espera Francia. [Estadísticas del España-Senegal]
El equipo más débil del Mundial después de Egipto se había lucido en la fase de grupos para alcanzar una cota casi impensable para ellos antes de la Copa del Mundo. Si después del amistoso que disputaron ante España en Gran Canaria en agosto alguien les hubiera preguntado sobre sus posibilidades de estar ayer en Madrid jugando los octavos de final a más de uno en la delegación senegalesa le habría entrado la risa. Pero ahí estaban, felices por su actuación. Sin nada que perder ante el anfitrión, que veía con cierto recelo esa relajación africana.
Quizá por eso, la selección salió concentrada desde el primer minuto. Intensa en defensa y acertadísima en ataque. Un karma que ha repetido desde que comenzó el Mundial y que ayer volvió a exhibir para desdicha de Senegal, que a los cinco minutos ya había visto volar sus opciones en el partido.
La sociedad Ricky-Pau volvió a funcionar como lo viene haciendo durante todo el campeonato. Entre ambos fabricaron los primeros nueve puntos del equipo, que sirvieron para romper la resistencia senegalesa. El escenario le vino grande a los africanos y, en especial, a su estrella. Gorgui Dieng no apareció por el partido hasta la segunda mitad, cuando su equipo ya perdía por veinte puntos. Anotó entonces sus primeros puntos del partido, y aunque maquilló los números, su mal partido evidenció la gran defensa que España hizo sobre él durante todo el partido.
No había acabado el primer cuarto cuando Orenga llevó al banquillo a Pau Gasol. El pívot llevaba por entonces 13 puntos y España dominaba con autoridad el marcador. Inexplicable la decisión, siempre que el seleccionador no buscara igualar el encuentro quitando a su mejor jugador. No lo hizo mal su recambio, un Ibaka que disfrutó pegándose en la zona con hombres igual de fibrosos que él. Inmenso el congoleño en defensa, con dos tapones consecutivos que encendieron al Palacio.
Racha de Calderón
En ataque, España seguía a lo suyo, con un Ricky espectacular que se empeñaba una y otra vez en allanar el camino para sus compañeros. Lo hacía tan fácil el base, que la selección se fue al descanso con un solo lanzamiento de dos fallado (15 de 16). Una barbaridad. El resultado hubiera sido de escándalo si el acierto hubiera sido similar desde el perímetro, donde el equipo estuvo más atascado, como de costumbre. Tuvo que lanzar ocho veces para conseguir el primer triple. Atasco que en la segunda mitad mitigó Calderón con tres dianas casi consecutivas.
Para entonces, el duelo estaba más que sentenciado (67-44, min. 31) y Orenga comenzó a pensar en Francia. Quitó a los Gasol y dio minutos a Felipe Reyes, el más aclamado por la grada. Hasta Sergio Rodríguez recuperó la sonrisa en un Palacio que está acostumbrado a sus canastas y que, de nuevo, volvió a despedir a Senegal con una ovación agradecida.