James Harden es un jugador distinto. Desde su barba, el rasgo más característico de su perfil como jugador, hasta su zurda, pasando por su forma de jugar, su constitución física y su forma de moverse por la pista. Sin su excompañero Kevin Durant, el antiguo jugador de Arizona State se queda como la mayor estrella de Estados Unidos, un equipo en el que hay muchas figuras para elegir.
Es curioso que la sombra de Durant siga marcando la carrera de Harden, que salió de Oklahoma City porque él pedía más dinero de lo que los Thunder querían pagarle. Oklahoma ya tenía a Durant y a Westbrook y pensaba que le vendría mejor un jugador como Ibaka que uno como Harden. Al salir de allí, el zurdo explotó y se convirtió en una estrella en los Houston Rockets.
Comparado a veces con Ginóbili por la zurda y la facilidad para quebrar rivales en la penetración, Harden estimula a la vista. Es muy difícil pararle cuando entra a canasta, pues se protege muy bien con el cuerpo y nunca corre en línea recta, y su tiro de tres y su capacidad para el pase son una amenaza. En su debe, la defensa individual, esperpéntica la pasada campaña, un rasgo que acentúa una sospecha que le etiqueta como poco trabajador.