Mundial 1950. Nadie pensaba en el desastre. Aquel 24 de junio de 1950 todo era euforia en el Maracaná, el imponente escenario levantado en 667 días a mayor gloria del que debía ser el mejor equipo del mundo. Y la selección brasileña salió dispuesta a demostrarlo. Pasó por encima de un debilitado conjunto mexicano -16 de cuyos 22 componentes habían padecido anemia- que mostró por primera vez en la portería a Antonio Carbajal. La «Tota» se hizo portero después de que siendo niño un coche atropellase a su hermano mientras jugaba al fútbol en la calle. Con la puerta de su casa como portería, Antonio podía entrar rápidamente si cruzaba la calle algún vehículo. Y Carbajal pudo maldecir esa tarde su decisión, porque se vio atropellado por un equipo que parecía imparable; Ademir en dos ocasiones, Jair y Baltazar le derrotaron para regocijo de una hinchada brasileña exultante. Nadie aquel día hubiese pensado que, menos de un mes después, esa selección acabaría siendo denostada por los suyos. Ni que aquel portero mexicano sería el único capaz de sobrevivir a cinco Copas del Mundo. Años después se le uniría el alemán Lottar Matthäus.







