Sábado, 13-06-09
El fichaje de Cristiano Ronaldo por el Madrid además de dar la vuelta al mundo se ha convertido en un remolino mundial que engulle la relevancia de cualquier otra operación. Noventa y cuatro millones de euros viajarán de Madrid a Manchester y uno apunta en su agenda el echar un vistazo a un tratado de ética para tratar de discernir qué es más obsceno, que un club pague esa burrada por un jugador o que haya quien le facilite ese dinero cuando el personal lleva meses en posición de tieso más que de firme.
Florentino ha pasado a ser un personaje envidiado por todos sus colegas. No porque éstos quisieran tener un Ronaldo en sus vidas, que también, sino por intimar con esos banqueros amigos que te dan el dinero que necesitas cuando de los grifos financieros sólo salen musarañas para los demás. Sería importante que los ciudadanos, aficionados o no al fútbol, supiesen quiénes han untado de manteca colorá al Real Madrid. Si son de los que maman de las ayudas gubernamentales, de los que han cerrado las líneas de créditos a los empresarios o de los que desahucian a las familias por no poder pagar la hipoteca de sus hogares. No es demagogia, es dinero, en algún caso dinero de todos, porque las recientes y millonarias inyecciones económicas a las entidades bancarias salieron de las arcas del Estado</CW>.
El superequipo que terminará construyendo el Madrid y la previsible permanencia en la exquisitez del Barcelona, auguran una próxima Liga más que interesante. La de ellos dos, quiero decir. El resto, tratados con otros raseros dentro y fuera del césped, lucharán en la «otra Liga». Será la ley de mercado, pero uno prefiere el «comunismo» del deporte profesional estadounidense. Allí cualquiera tiene posibilidades de triunfar porque no hay moros... y cristianos, y sí un Ronaldo para cada equipo.