Sábado, 11-07-09
Daniel Jimeno Romero, el joven alcalaíno de 27 años que ayer perdió la vida en el cuarto encierro de San Fermín, había tomado unos días de vacaciones para poder escaparse a la gran fiesta pamplonica. Una rutina que llevaba a cabo todos los años, puesto que su familia paterna es natural de la región y los toros era una de sus pasiones.
Los compañeros de la empresa de saneamientos de baño donde trabajaba, «Suministros la Guardia», como mozo de almacén desde hacía tres años esperaban ver al joven la semana que viene. La noticia les pilló por sorpresa. Felipe González recuerda los planes de futuro que el joven le había contado: «Quería casarse con su novia en cuanto pudiera», aseguró.
Daniel mantenía una relación con Cristina González desde 2003. La joven de 22 años, que trabaja como teleoperadora, no estuvo en el momento de la cogida. «Él siempre va solo a los encierros a correr», aclaró compungida Vanesa, una de sus mejores amigas. Los que conocen la relación aseguran que se querían «con locura» y compartían muchas cosas, sobre todo, «su afición por el «snowboard»».
El pequeño de la familia
Daniel, el pequeño de la familia, dejó los estudios pronto y se dedicó a trabajar. Vivía en la avenida Reyes Católicos de Alcalá de Henares junto a sus padres Juan Antonio, de 59 años, empleado prejubilado de Telefónica y amante de la caza, y su madre, María del Carmen, ama de casa. Raquel, su única hermana, de 32 años, está independizada.
«El Nenu», como conocían a Daniel en su peña Puerta Alcalá, «era el alma de la fiesta», dice uno de sus mejores amigos, Alberto. El fallecido fue uno de los fundadores de la asociación. «Antes estábamos en la peña Los Pendones, pero montamos esta para las fiestas de Alcalá de Henares y otras actividades que organizamos... era como un hermano», dice Alberto con voz rota por el llanto.
Paula González lo conoció el año pasado cuando entró a formar parte de la peña. «Él se encargaba de pinchar la música en la carpa y nos decía que sacásemos la bandera del equipo de fútbol de la peña, donde jugaba. Le encantaba que la ondeásemos mientras ponía la sintonía. Era un cabra loca; un fiestero», comenta Paula mientras se acuerda de otra anécdota. «Tuvo un esguince antes de que comenzaran las fiestas el año pasado y le tuvieron que escayolar. Como no podía verse quieto se quitó la escayola a los dos días. Su madre lo regañó, pero decía que estábamos esperando todo el año las fiestas y que no iba estar sentado sin disfrutar del cachondeo».
Corredor y mozo de espadas
La pasión que lo mató le convirtió en un aficionado a correr en los encierros y a trabajar como mozo de espadas. El 11 de junio de 2006 será recordado como una fecha doblemente especial para el torero Jorge Martín, Paquiro el Chico, a cuyas órdenes iba el joven Daniel.
Ese día Paquiro el Chico tomó la alternativa en la plaza de Paracuellos. «Salí por la puerta grande y fue Dani, por primera vez, mi mozo de espadas». El joven lo vistió de verde y oro. «Recuerdo cómo se le caían las lágrimas mientras me vestía. Hace un mes me dijo que quería que le enseñara a torear. No he podido hacerlo», rememora Jorge.
El próximo 22 de agosto empiezan las fiestas del municipio. «Supongo que querría que continuáramos, pero no sé qué vamos a hacer», lamentan los miembros de su peña.




