La Junta de Andalucía, no sé con qué mano, ha prorrumpido en un sonoro aplauso para apoyar a los colegas de Extremadura. Los colegas de Extremadura acaban de aprobar un taller de masturbación para que ellos y ellas aprendan a hacerse una macoca. Una macoca no es ni nada tiene que ver con Makoki, la ex mujer de unos de los hermanos Matamoros. Macoca, como su propio nombre indica, es un tremendo dale payá a la cosa humana de los hombres y a la también humana de las mujeres. Que eso si que es una pipa y no la que usa el jefe de la patronal más explotadora del Ayuntamiento.

Así que aquí aplaudieron la ocurrencia extremeña de impartir talleres de macocas para que ellas y ellos estén más relajados. Enmacocándose más que aquel impúdico mono del parque de Jerez que se las hacía delante tuya, aunque fueras más feo que el mono de Orce. Qué habilidad tenía aquel mono, Dios. Al parecer, los junteros de aquí y los de Extremadura, aspiran a que los no iniciados en técnicas tan infusas lleguen a adquirir la experiencia del mono de Jerez. El placer da la felicidad. Y no se descarta que se den premios al más Glande y a la Pipa de oro.

Gastarse los dineros que sendas administraciones se van a gastar en algo que, la mayoría de los humanos, saben hacer sin que nadie se los explique me parece un gasto inútil, totalmente ineficaz. Es posible que haya personas que entiendan que esas cosas solo sirven para expulsar orina. Pero me apuesto con el que sea lo que quiera que Caín y Abel sabían lo que era una macoca sin que se lo dijera el árbol de la ciencia del bien y el mal. Desconozco también cómo la directora general de macocas hará balances de estos talleres. Señor Griñán, mire, hemos avanzado muchísimo, y ya se hacen macocas hasta los niños de la fuente de los Meones. Gran logro. Aunque gastarse en enseñar lo que se sabe no es muy social. Pero sí una paja mental muy grande…