José Emilio Pacheco: «No soy ni el mejor poeta de mi barrio»
El poeta mexicano José Emilio /EFE
Premio a la excelencia poética
El escritor mexicano José Emilio Pacheco obtuvo el pasado 7 de mayo la XVIII edición del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo y que está dotado con 42.100 euros. El galardón, convocado conjuntamente por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, tiene como objetivo reconocer una aportación literaria relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España.

El Jurado que premió la excelencia poética de José Emilio Pacheco estuvo compuesto por el presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña de Valicourt; el rector de la Universidad de Salamanca, José Gómez Asencio; el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha; el académico Darío Villanueva; los escritores Pablo García Baena, José Saramago, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, Carmen Posadas, José Manuel Caballero Bonald; la asesora de programas culturales de Patrimonio Nacional, Pilar Martín-Laborda y Bergasa; la embajadora de España en la República de Eslovenia, Anunciada Fernández de Córdova y Alonso-Viguera; la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral; la directora del Instituto Caro y Cuervo, Genoveva Iriarte Esguerra; las hispanistas Petra Serien, Marie-Claire Zimmermann y Susana Regazzoni; el director del Instituto del libro Portugués, José Manuel Mendes; el director del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad de Salamanca, Javier San José Lera; la secretaria del Departamento de Lengua y Literatura de a universidad salmantina, María de los Ángeles Pérez López; y el subdirector de ABC José Miguel Santiago Castelo. Actuó de secretario Joaquín García Carrasco.

Los poetas que concurren a este premio, uno de los más prestigiosos de este género en el ámbito iberoamericano, son propuestos por instituciones académicas, universitarias y culturales de España, Portugal, Estados Unidos, Brasil y los diferentes países hispanoamericanos. José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 1939), que es también prosista y traductor, tiene una destacada obra poética de enfoque universal, incluida desde los años cincuenta en las principales antologías latinoamericanas. Así, ha recibido numerosos galardones en su carrera literaria, entre los que figuran el Premio Iberoamericano de las Letras José Donoso (2001), el Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2003), el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2004) y el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca (2005).
Actualizado Miércoles , 18-11-09 a las 09 : 35
«Triste que todo pase... Pero también qué dicha este gran cambio perpetuo. Si pudiéramos detener el instante todo sería mucho más terrible». ¿Pueden imaginar a un José Emilio Pacheco de 2009, digamos, que hubiera congelado el tiempo fugaz en un momento preciso? Nosotros, sí. Ocurrió esta mañana, en el Palacio Real, donde el autor de «El arte de la sombra» detuvo el espacio para conquistar al auditorio con su bonhomía, sencillez y humildad, cualidades que no se estilan en este aire de los días irrespirables.

José Emilio Pacheco, que ayer recibió el merecidísimo premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (después de muchos años de quedarse a las puertas) de manos de Doña Sofía en el Salón de Columnas del Palacio Real, constituye por sí mismo una literatura. Como sus compatriotas Octavio Paz y Alfonso Reyes (a quien él daba a leer sus textos de juventud) y como Jorge Luis Borges, de quien Pacheco es consumada autoridad. José Emilio Pacheco es el único poeta posterior a Octavio Paz que ha creado un universo auténticamente propio, labrando y esculpiendo todos los tonos del lenguaje, el poema confidencial, el irónico, el de lo cotidiano, sostiene uno de sus grandes admiradores, Jaime Siles, encargado de presentar la antología «Contraelegía», editada por la Universidad de Salamanca con motivo de la concesión del XVIII premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que cuenta con una magnífica introducción, edición y selección de la profesora de Literatura de la Universidad de Salamanca, y "pachequista" convicta y confesa, Francisca Noguerol.
Sin dedicatorias
La clase de José Emilio Pacheco la destiló el estupendo poeta a la primera pregunta de ayer por la mañana, en la presentación de su «Contraelegía»: ¿Se considera usted el mejor poeta mexicano? «¡Cómo voy a ser el mejor poeta mexicano si no lo soy ni de mi colonia, ni de mi barrio!», contraataca al instante. Y lo explicita: «A la vuelta de la esquina de mi casa vive Juan Gelman [premio Reina Sofía -el año en el que Pachecó quedó segundo- y Cervantes], y a unas cuantas cuadras (manzanas) Francisco Blanco». Cuando Gelman ganó el Cervantes invitó a su vecino Pacheco a brindar por el galardón en un restaurante cercano, en presencia de su editor Chus Visor. José Emilio Pacheco, que no tenía a mano su poemario -«se lo cambié ayer por un disco a la joven y linda cantante española Rosa»- confesó que no ha puesto dedicatoria en su libro porque «sino lo convierto en un libro tibetano de muertos».
¿En qué empleará la dotación económica del Premio Reina Sofía (42.100 euros)? Con deliciosa ironía, Pacheco remató: «A esta edad, el galardón tengo que emplearlo en gastos médicos. Si me hubiera pillado con treinta años me lo habría gastado en Ibiza», mientras sonreía en la distancia a su encantadora mujer Cristina.
¿Y el sentimiento de lo efímero? ¿Dónde nace, maestro Pacheco? Don José Emilio responde con prontitud y sabiduría: «Ese sentimiento de lo efímero es consecuencia directa de haber nacido y crecido en la ciudad de México, donde todo desaparece al instante. ¡Todo desaparece brutalmente en México! Yo no me puedo oponer al cambio, pero de repente cae una casa y la sustituyen por un edificio horrendo». José Emilio Pacheco ensancha el mundo con su poesía. ¿Su inspiración poética? Y recurre a la fábula del ciempiés y el entomólogo: «Resulta que un buen día un entomólogo le pregunta al ciempiés cuál es la patita que mueve primero. El insecto se queda petrificado. Se agobia, se paraliza, se muere de hambre y cae ante tamaña cuestión. Eso mismo me pasa a mí. No sé qué patita poética muevo en primer lugar. La "fama" me está impidiendo escribir una sóla línea. Yo creo que tras la Feria de Guadalajara nadie se acordará de mí».

Aunque aún queda el Cervantes -como apuntó el director de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña, cinco autores galardonados con el Reina Sofía fueron reconocidos posteriormente con el premio que lleva el nombre de don Miguel de Cervantes: Gonzalo Rojas, Álvaro Mutis, José Hierro, Antonio Gamoneda y Juan Gelman-, pero José Emilio Pacheco no aspira a ningún otro reconocimiento: «Jamás dí un paso o pedí una carta de recomendación. No tengo ningún afán de superviviencia. Al día siguiente en que me muera, desapareceré». No leemos a Pacheco. Nos leemos en él.

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