Supervivientes al terremoto que sacudió Haití el martes están organizando barricadas con los cadáveres de fallecidos en señal de protesta por el retraso en la llegada de ayuda humanitaria
«Están comenzando a bloquear las carreteras con cadáveres en protesta por la falta de ayuda»
Actualizado Miércoles , 10-02-10 a las 13 : 10
Supervivientes al terremoto que sacudió Haití el martes están organizando barricadas con los cadáveres de fallecidos en señal de protesta por el retraso en la llegada de ayuda humanitaria al país, según informaron testigos.
El fotógrafo de la revista TIME Shaul Schwarz aseguró a Reuters que había visto al menos dos de estas barricadas formadas por cuerpos humanos y rocas en diferentes carreteras. "Están comenzando a bloquear las carreteras con cadáveres, la situación se está poniendo fea. La gente está harta de que no llegue la ayuda", afirmó.
Entre 45.000 y 50.000 personas podrían haber muerto como consecuencia del terremoto de 7 grados que sacudió Haití hace ya 48 horas, según una estimación realizada por Cruz Roja. La comunidad internacional se ha volcado a la hora de enviar ayuda humanitaria, pero la situación de las infraestructuras está dificultando su entrada en el país, el más pobre de todo el continente americano.
La Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA) autorizó esta noche reanudar los vuelos civiles con ayuda humanitaria a Haití suspendidos por la saturación del aeropuerto de la capital de ese devastado país caribeño. En un comunicado en su sitio de internet, la FAA señaló que los aviones que transportan la ayuda podían aterrizar en Puerto Príncipe "sobre una base individual y dependiendo de su prioridad". Sin embargo, la orden llegó cuando ya era de noche en Puerto Príncipe y se desconocía en qué nivel puede operar el aeropuerto en esas condiciones, dijeron fuentes de la FAA.
La suspensión para el aterrizaje de losaviones civiles estadounidenses se dio a conocer debido a que había demasiados aparatos en las pistas, según dijo a Efe una portavoz de la FAA. Agregó que la suspensión fue ordenada a petición de las autoridades haitianas. Las fuentes de la FAA indicaron que la orden no afectaba a los vuelos militares. Esta mañana 10 aviones civiles y uno militar estuvieron dando vueltas en el cielo durante más de dos horas en espera de poder aterrizar, "algunos tuvieron que regresar a Santo Domingo y Miami", dijo la portavoz de la FAA.
El aeropuerto de Puerto Príncipe era ayer un hervidero. Aún cerrado a la aviación comercial, recibió durante todo el día numerosas avionetas que trajeron al país a periodistas, bomberos y miembros de asociaciones humanitarias.
Frente a ellos, una multitud similar de expatriados o de haitianos acomodados pugnaba por salir del país y ser admitidos en alguno de los "vuelos humanitarios" que los países del primer mundo están fletando para sacar a los suyos del infierno

Los muertos, enterrados en fosas comunes
Los cadáveres comenzaron a ser enterrados en fosas comunes después de pasar 48 horas a la intemperie. Un camión y algunas camionetas se dedicaron en la tarde de hoy a recoger a algunos de los cadáveres alineados en las calles de la capital, según pudo comprobar Efe, para luego depositarlos en una fosa común del cementerio de Cafour Academie, el barrio de Petion Ville. Sin embargo, el ritmo de recogida de los camiones es de una lentitud exasperante, pues en toda una tarde apenas lograron recolectar cien cuerpos, como reconoció Nicolas Challes, que dirigía el equipo que recogía los cuerpos muertos de sus compatriotas.
Después de escuchar las numerosas quejas de sus vecinos por el hedor que desprenden los muertos al sol, Nicolas Challes, de confesión evangélica como le gusta subrayar, quiso ofrecer este servicio a sus semejantes junto con algunos médicos y trabajadores de la Cruz Roja. El camión recorrió las calles de Petion Ville, un barrio "acomodado" dentro de los parámetros haitianos, y fue recogiendo los cuerpos de adultos y niños apenas cubiertos por sábanas blancas. Los cadáveres eran depositados en un trozo de tabla sanguinolenta y luego deslizados hasta el camión. Muchos curiosos observaban el paso de este peculiar camión tapándose las narices ante el insufrible halo que iba dejando a su paso. Ninguno se santiguaba al paso del macabro vehículo.
Al llegar al cementerio, el camión, sin el menor miramiento, levantó la tolva, abrió la puerta trasera y dejó caer al suelo toda su carga de muertos, que se amontonaron como sacos junto a la fosa común. Allí, nadie se ocupó de introducirlos en la tumba ni menos aún de cubrir la fosa. Un vagabundo se atrevió incluso a manosear la ropa de los cadáveres en busca de lo último de valor que pudieran llevar antes de ser enterrados, sin que nadie a su alrededor diera la menor muestra de enojo. Mientras tanto, las calles de Puerto Príncipe daban muestras de una gran agitación: en cada esquina, los colmados que venden gaseosas o comida envasada habían echado las rejas, y frente a ellas se agolpaban decenas de personas exigiendo comprar algo de comida o bebida, incluso pan.
Los hospitales y clínicas están totalmente desbordados, con enfermos que yacen en pasillos y salas de consultas, con un personal médico que se limita a curar las heridas más profundas por falta de material. En las pilas de escombros aún trabajan, cansinos, algunos equipos de rescate en busca de muertos sepultados entre las ruinas, sin casi esperanzas de poder encontrar a nadie vivo después de dos días del seísmo, que con 7 grados es el más grave de la historia de este país.
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