Si hay algo que tiene claro Julio Medem es que con “Habitación en Roma” –se estrena el próximo viernes en España con 120 copias- finaliza una etapa de su vida laboral para dejar paso a otra que no sabe hacia donde le conducirá –como cualquier hijo de vecino-. Eso sí, dicha etapa empieza al menos con una gran producción cinematográfica, “Aspasia”, en la que lleva años trabajando y que más antes que después le hará trasladarse a Estados Unidos para escribir el guión definitivo y a la vez poder vivir los avances técnicos de última generación para acoplar ambas cosas.

Mientras llega el momento lanza “Habitación en Roma” sin que le falte ni un detalle promocional –hoy se ha presentado en Madrid y Barcelona-, como lo está demostrando desde su estreno en el reciente Festival de Málaga. “Fueron días de una acumulación de sensaciones de tal calibre que me siento totalmente exhausto. No hubiera pensado nunca que podría vivir con tanta intensidad una retrospectiva de todo mi cine, el homenaje, tanta gente dándome cariño y el estar rodeado de toda mi familia. Si ya tenía claro que esta película supondría un antes y un después en mi vida como director de cine, Málaga me lo corroboró”, asegura. La cinta tiene a un Medem a medio camino entre el hoy y el devenir de un tiempo distinto. No caben las medias tintas y busca lo que aún no ha visto para mostrárselo al público. Evolución natural“Todo va rodando de una manera natural. Noto cómo van sucediendo las cosas que hacen que se vayan cumpliendo los pasos a dar. De repente aparece la posibilidad de hacer un remake de la chilena 'En la cama', que rodó Matías Bize en 2005, demasiado cercana en el tiempo y en condiciones muy en mi contra, pues se trata de una cinta que he visto, me gusta, pero no veía el motivo de volverla a realizar. Estoy acostumbrado a buscar cosas, situaciones, imágenes y atmósferas que me salen de manera natural, con lo que me siento cómodo. Luego pruebo con personajes y situaciones. En esta ocasión, imagina un contexto en el que como creador no me permite el lucimiento, por decirlo de alguna manera".

El director reconoce que se siente "un poco de miedo, pues el espectador puede salir corriendo del cine agobiado al tenerle metido todo el tiempo en una habitación, por lo que eché el primer paso teniendo en la mente que había que ir con personajes muy potentes. En un momento dado, al decidir que las protagonistas fueran dos mujeres de culturas distintas, que tuvieran lazos de pertenencia poderosos y que Roma se ofreciera ante ellas como una especie de lugar donde podría empezar para ellas un futuro nuevo, me hizo cambiar de opinión al despertar mi interés". No se trataba de innovar, "sino de situarte en condiciones que te son atractivas. Firmé el contrato antes de hacer el guión que, por cierto, salió de un tirón. Elena Anaya estaba desde el primer momento, la conocía bien y su evolución es evidente. Para el otro personaje femenino estuvimos meses buscando, tanto en Moscú, como Londres y Estados Unidos. Descubrimos a Natasha Yarovenko en España, es rusa y habla en español perfectamente. Todo un acierto”.

Para la nueva etapa ya existe un coproductor que la haga posible. “Estoy cambiado como ser humano y lo siento claramente. Me queda el conseguir potencia y solidez. Lo que he vivido y las películas que he realizado quedan ahí. Voy por la vida como cualquiera, si doy un paso el otro queda atrás. A sabiendas de que no puedes dejar de ser tú mismo, el poso te acompaña, la experiencia ayuda. Cuando hice mi primera película no me hubiera atrevido a pensar que pudiera hacer 'Habitación en Roma'. Tengo ganado el gusto y la experiencia, que es lo que más se desarrolla en mi profesión. De lo profundo y poético que llevo dentro, no sé cuánto me llevaré”.