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Columnas / COMENTARIOS REALES

Abuelastras

Hoy en día lo raro es tener mamá, papá, hermanos y abuelos, antigualla retro-familiar

Día 13/06/2010 - 09.23h
Como los chicarrones del 68 ya están en base 7 y la farmacopea contemporánea les ha concedido unos años más de prórroga para que escriban sus «autoviagrafías», de un tiempo a esta parte se ha generalizado el uso de palabras que permanecían arrumbadas en los diccionarios, como abuelastra o abuelastro, y que no son otros que las parejas, convivientes o compañeros sentimentales de los abuelitos o abuelitas y que —para colmo de males— en la mayoría de los casos se llevan fatal con los padrastros y las madrastras.
Los abuelastros y las abuelastras fueron reconocidos por la Academia Española en la edición de 1899, primero como sustantivos despectivos de los viejos majaras, y luego como cónyuges ulteriores de nuestros entrañables abuelitos. Sin embargo, el auge de esas nuevas y rompedoras familias que por sí solas justifican la existencia de al menos un ministerio, enriquecerá dentro de nada a los diccionarios y de paso a más de un antropólogo, por no hablar de los psicoanalistas.
En efecto, nadie como una despampanante abuelastra para revolucionar a los hijastros y poner de los nervios a las nuerastras, aunque el nietastro sea quien se la termine llevando al huerto. ¿Cómo serán los conflictos dentro de las nuevas familias, con la mala leche que todavía se mama dentro de las familias tradicionales? ¿O será que la familia política de toda la vida siempre será menos llevadera que una familia política...mente correcta? Donde se ponga una suegrastra que se quiten las originales.
Ya puedo imaginar las primeras comuniones laicas del futuro: esos niños rodeados de sus hermanastros y primastros, porque el exceso de tiastros es garantía de «overbooking» de sobrinastros. O sea, más regalitos que los recibidos por cualquier niño común y silvestre. ¡Y pensar que cuando era chico las madrastras me daban miedo!
—Anoche mi madrastra me contó un cuento.
—¡Jo, qué suerte! A mí la abuelastra sólo me riñe.
—¿Y por qué no la denuncias? Mi padrastro dice que está chupao.
—Ya, pero mis hermanastras la adoran.
Hoy en día lo raro es tener mamá, papá, hermanos y abuelos, antigualla retro-familiar que encima resta puntos a la hora de buscar colegio y guardería, porque los niños recogidos por sus abuelastras o con hermanastros dentro del mismo centro, tienen jugosas bonificaciones. Por otro lado, con el nuevo modelo de familia muy pronto desaparecerá el complejo de Edipo y el incesto dejará de ser un horrendo tabú, porque las tocaciones entre hermanastras y hermanastros, madrastras e hijastros, nietrastas y abuelastros, unirán mucho más a los miembros y miembras de las familias sostenibles del futuro.
Pero como nada en la vida es perfecto, los hermanastros y hermanastras de los nuevos cónyuges —los cuñastros y las cuñastras— se aparecerán todos los domingos para darnos por saco, a no ser que huyamos a casa de la abuelastra o suegrastra, como manda la tradición.
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