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Columnas / PUNTADAS SIN HILO

Cortarse la coleta

Cuando el torero mejicano Christian Hernández tiró días atrás el capote y salió corriendo de la plaza como alma que lleva el diablo

Día 19/06/2010 - 23.56h
Cuando el torero mejicano Christian Hernández tiró días atrás el capote y salió corriendo de la plaza como alma que lleva el diablo estaba arruinando su sueño de figurar en el olimpo de las glorias taurinas, pero al mismo tiempo firmaba un ejercicio de dignidad al que sólo se le puede objetar su ridícula ejecución. Christian, un novillero voluntarioso y prometedor de 22 años que compensaba con pundonor su miedo visceral a los astados, volvió al albero tras su huida despavorida y se cortó la coleta ante un público estupefacto. Después, con expresión más liberada que avergonzada, expuso ante los periodistas todo un tratado de coherencia y dignidad: «Hay que ser consciente con uno mismo», dijo el joven matador, «me faltó capacidad. Me han faltado dos huevos, esto no es lo mío».
Aceptar las limitaciones propias es un ejercicio de grandeza. El valor que le faltó a Christian para torear le sobró para aceptar su fracaso. Aquí, en España, al presidente Zapatero le ha faltado el arrojo del joven novillero para admitir que no tiene capacidad para torear el morlaco de la crisis, para asumir su propio fracaso. No se trata de soltar el capote y emprender una huida cobarde como la del pobre Christian, pero sí de caminar con elegancia y dignidad hacia los medios, cortarse la coleta ante el respetable y dejar ese toro a otro diestro más apto para cortarle las orejas.
Lo contrario supone no sólo una incoherencia, sino también un error estratégico. Zapatero empeñó su palabra asegurando literalmente que «la salida de la crisis será social o no será», y ahora aplica las restricciones sociales que le dictan desde Europa. El presidente, convertido en una marioneta cuyos hilos se manejan desde otros países, se equivoca doblemente: por un lado, dilapida ese áurea de integridad ideológica que se había convertido en su principal atractivo electoral; por otro, al aplicar una medidas que el ideario colectivo asocia a la derecha compromete el futuro inmediato del PSOE, porque si la crisis se resuelve con medidas conservadoras, lo normal es que los votantes prefieran que lo haga el PP.
Zapatero probablemente piense que abandonar ahora sería una cobardía y una traición a sus votantes, pero a veces hay que tener la dignidad del joven torero mejicano y admitir que uno es humano: «Me faltó capacidad». Un valiente, aunque no sea capaz de ponerse ante un toro.
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